Todo santuario que pretenda ser
un centro de peregrinaciones, debe contar con una buena relación de milagros
atribuibles a su titular.
El Apóstol ante un fondo de vieiras (C.Calixtino) |
En el Códice Calixtino, escrito
en el Siglo XII, se narran milagros del Apóstol, pero la verdad es que nunca me
preocupó conocerlos, pues no creería en su veracidad al venir adornados con los
atributos a los que eran tan aficionados los lectores (no muchos) de aquel
tiempo. Seguro que hay voces que salen de no se sabe dónde, luces de origen
indeterminado, estrellas que caen y cánticos celestiales. En medio de esta
increíble puesta en escena, ocurriría el celebrado milagro: tal vez un muerto
despedazado que se recompone y tiene ganas de comer como primera providencia. Eran
los gustos de la época y el Códice estaba escrito para lectores de libros de
caballerías, para quienes el liberar a una princesa de su prisionero, que era
un dragón, era motivo más que suficiente para alcanzar la santidad, como
ocurrió a San Jorge.
Otras veces los milagros
atribuidos a Santiago eran más sencillos, pero
no exentos de falsedad o
manipulación, que diríamos hoy. Nunca me dejó de sorprender el que en lugares
distanciados del Camino, incluso en diferentes rutas, aparezca el mismo milagro
localizado en esos diferentes lugares. Pudo ser que, una vez conocido el
milagro, se quisiese situarlo en varios lugares, para ir jalonando el Camino de
otros centros de peregrinación que hiciesen más llevadero el caminar. Lugares
alejados, lógico, lejos del peligro que podría ocurrir si alguien conociese las
diversas versiones del mismo milagro.
Gallo de Barcelos |
Me explico. Tanto en Santo
Domingo de la Calzada (Camino Francés), como en Barcelos (Camino Portugués),
existe la misma tradición relativa a un milagro sospechosamente idéntico.
Quiero indicar que me parece una historia escrita por un hombre del siglo XII,
para quien el muchacho representaba un cúmulo de virtudes y la chica era la
misma perversidad hecha mujer.
Cruceiro en Barcelos. |
En ambos casos, a un mesón llega
un matrimonio alemán con su hijo, un joven llamado Hugonell. Una criada se
enamoró de él, pero su pretensión fue rechazada por el virtuoso mozo.
Despechada, la moza introdujo arteramente algunos utensilios de plata en el
equipaje de de Hugonell y dejó que se marchasen a la mañana siguiente. Al poco,
la criada formuló la correspondiente denuncia, sabiendo que las leyes vigentes
castigaban los hurtos con la muerte. Sabía que condenaba a muerte al joven,
pero, despechada, no le importaba que si no era para ella, no lo fuese para
ninguna.
Hasta aquí, ambas leyendas
coinciden plenamente, incluso en el hecho de que los objetos escondidos en el
equipaje de Hugonell fuesen de plata. Tal vez el oro era un material demasiado
valioso como para estar a disposición de la servidumbre y convenía darle aspecto
de credibilidad a la historia.
Hugonell fue ahorcado, pero los
padres habían pedido ayuda al Apóstol Santiago (caso de Barcelos) o a Santo
Domingo (S.D. de la Calzada). En ambos casos, los santos cuya ayuda fue
requerida sostuvieron al mozo que
no llegó a caer y, por tanto, no murió
ahorcado.
Relieve en S. Domingo. Drcha. el Apóstol peregrino asiste a los padres |
Cuando los padres vieron el
milagro, fueron a decirlo a quien ostentaba la máxima autoridad del pueblo.
Éste, que estaba comiendo una gallina asada (un gallo en el caso de Barcelos),
comentó, incrédulo, que antes de que el joven estuviese vivo, saldría del plato
la gallina (o el gallo) cantando alegremente, como así ocurrió.
El gallo de Barcelos se ha
transformado en el símbolo de todas las buenas cualidades humanas encarnadas en
los portugueses. En el Museo Arqueológico de Barcelos hay un cruceiro en cuyo
fuste se representa al Apóstol sosteniendo al joven colgado, sobre el cual
aparece el gallo, ya a los pies de Cristo.
Por otra parte, en el interior
de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, existe una jaula en la que viven
unos cuantos gallos y gallinas blancos (no podían ser de otro color) que dicen
que son descendientes del que salió corriendo y cantando.
Gallinero en la catedral de Sto. Domingo de la Calazada |
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