La belleza de un lugar me la marcan múltiples variables. Digo “me la marcan” porque no pongo en duda el componente personal en eso de captar la belleza, o mejor aún, de definirla antes de ser capaz de verla.
Casi parece que es una obligación hablar de Navidad cuando
llega este tiempo. La verdad es que no lo es, pero gusta
hacerlo como un balance de lo que vamos viviendo, lo que llega y lo que se va.
De niño me enseñaron un villancico, “La Nochebuena se viene/ la Nochebuena se va…/ Y
nosotros nos iremos/ y no volveremos más”. Muchos aún no se han enterado de su
contenido.
Los historiadores de la Biología coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad por parte de los humanos cara el resto de seres presentes en el planeta: con las rocas, con los animales, con los vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno".
Cuando
Newton descubrió que todos los seres estaban sujetos a la acción de una fuerza
a la que llamó gravitación universal, (la gravedad), muchos estudiosos de
animales y plantas indicaron que éstos, los seres vivos, también estaban
sujetos a una fuerza interior, que era la que les proporcionaba la energía
suficiente para poder desarrollar sus actividades y, de esta manera, poder
vivir.
"Aquí está don Juan Tenorio/ para quien quiera algo de él".Ya entonces se anunciaban personajes y sus servicios en las puertas de las viviendas que habitaban. Cuando era una sola familia la que ocupaba la casa, si era gente de prosapia, plantaban sus escudos en la parte alta de la fachada. Lucían a la par que indicaban a los viandantes que allí no vivía gente cualquiera.
En estos días, el Paseante silencioso cumple cuatro años. Nunca pensé que llegaría a durar tanto tiempo. Al empezar, quería recopilar en un blog los escritos de divulgación que tenía esparcidos por varios sitios. Hoy me tiene ocupado, me distrae y, aunque no dejo de considerarlo un blog de minorías, me siguen más personas de las que pude esperar. Este seguimiento me anima a continuar. Gracias por esa actitud hacia mi blog.
Paseo por Compostela cuando la ciudad ha retomado su pulso
de ciudad pequeña, provinciana, en la que casi todos nos conocemos. Los grupos
ruidosos de estudiantes caminan dejando un reguero de alegría juvenil a su paso
y son los únicos que rompen un silencio casi patrimonial, sólo interrumpido por
las campanadas del reloj de la torre. La vida pasa por las calles casi
sin darnos cuenta.