domingo, 16 de febrero de 2014

SOBRE SERES VIVOS: LA NATURALEZA DESPIERTA

A mediados de febrero, como estamos hoy, comienzan a despertar los seres que viven en la Naturaleza. No digo resucitan, pues para eso tendrían que haber estado muertos, y no ha sido así. Decir dormidos puede que sea mas preciso, aunque el adjetivo siga siendo confuso.

Aprovechando el día de tregua entre vendaval y ciclogénesis, he andado por el campo y, la verdad, cuando quien pasea por él le tiene cariño, hoy era un día para disfrutar.
RIO MIÑO DESBOCADO
Algunos árboles comienzan a florecer. No faltará quien diga que qué raro eso de que florezcan con el frío que hace. De nada vale que se les diga que no es el calor el que influye en esa actividad, sino el ritmo de ciclos alternantes de luz y obscuridad. Ritmos de días y noches. Cuando empiezan a estar a favor de ciclos mas largos de luz, las plantas despiertan. No sé cuál es el mecanismo molecular capaz de responder a estos estímulos, qué moléculas pueden llevar el control de las duraciones de cada uno de los ciclos y, al llegar éstos a unos niveles determinados y prefijados, desencadenar la respuestas que terminarán en la floración y posterior desarrollo fisiológico, hasta llegar a producir el fruto cuando el otoño esté en puertas. Es un proceso largo, pero sincrónico en todos los árboles de la misma especie.
FLORES DISPUESTAS PARA POLINIZAR Y SER POLINIZADAS
Y CAPULLOS POR ABRIR
Allí, en Xustás, junto a un río Miño con aguas desbocadas por las últimas lluvias, los frutales empezaban la aventura biológica de este año. Completamente desnudos  aún de hojas, sus corolas ya están abiertas, como corresponde a flores que serán polinizadas por el viento, con los estambres y pistilos expuestos a la más mínima brisa que transporte el polen desde un árbol a otro árbol. Por eso todos los árboles deben tener sus flores en el mismo punto del proceso de maduración floral, y hablo de sincronismo en ellos. Para que el polen procedente de un árbol encuentre maduro al pistilo de una flor asentada en otro. Aquellas que florezcan antes o más tarde, quedan fuera del proceso de reproducción cruzada y son diana de las actuaciones de la selección natural.
Pero todas estas consideraciones no son más que explicaciones de un hecho que está a la vista de quien lo quiera ver. Algo hermoso y que siempre me sorprende, no por repetido ni por presentido. Algo que tiene sus causas próximas y remotas.
Las causas remotas de que los árboles frutales florezcan, se van hasta los albores de la vida y a los reiterados procesos de mutación y selección natural hasta ir conformando el mundo tal como lo apreciamos hoy. Esto no quiere decir que hayan terminado esos procesos evolutivos, si bien hoy las formas y los modos estén muy fijados.

Las causas próximas de ese florecimiento que hoy he visto en los frutales de Xustás, se resumen en que la primavera ya está en puertas y, respondiendo a su llamada, la vida despierta.

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