Decía Aristóteles que el todo es más
que la suma de las partes. Hoy consideramos a Aristóteles como el padre de la
biología clásica y, hasta la irrupción de la biología molecular, podíamos decir,
sin temor a equivocarnos, que todas las ciencias biológicas nacían de las
observaciones y comentarios suyos.
AGUA, QUIÉN LO DIRÍA... |
Como decía el filósofo ateniente, en
los sistemas organizados naturales pueden aparecen propiedades propias del
sistema, que no se pueden predecir a partir de las propiedades de sus componentes.
Son completamente nuevas y desaparecen al disgregar al sistema para llegar a
sus componentes estructurales. Por ejemplo, el agua sin ir mas lejos y
utilizando un compuesto conocido por todos. Nadie que no la conociese, podría
predecir sus cualidades, propiedades o comportamiento físico-químico, por mucho
que conociese al oxígeno y al hidrógeno.
A esa aparición de caracteres
inesperados, o no deducibles a partir de los componentes, es a lo que se llama
emergencia, y de ahí aparece el concepto de caracteres emergentes.
NEURONAS. DE SU NUMERO Y RELACIONES EMERGEN CARACTERES |
La emergencia de caracteres ocurre con
frecuencia en los compuestos químicos, como el agua que he mencionado antes,
pero también en otros compuestos inorgánicos y orgánicos. Los más relacionados
con las actividades vitales, tales como la mencionada agua, el anhídrido
carbónico, la glucosa y los genéricamente llamados principios inmediatos,
presentan una gran cantidad de caracteres emergentes, todos ellos impensables a
partir de sus componentes pero fundamentales para contribuir a las actividades
biológicas.
Desde el punto de vista biológico,
algunos caracteres importantes para nosotros, como el psiquismo, la memoria o
comportamientos de los organismos atribuibles al sistema nervioso, como actos
reflejos, pueden tener su base no en órganos determinados, sino emerger como
consecuencia de algunos tipos especiales de neuronas o, incluso, de su número o
de otro tipo de estructuras.
ENJAMBRE |
Por otra parte, la paleontología induce
(sólo induce) a pensar que algunos caracteres morfológicos no son consecuencia
de mutaciones de genes concretos, sino que más bien aparecen como consecuencia
de muchas mutaciones acumuladas simultáneamente, todas ellas incidiendo en
estructuras morfológicas relacionadas. Por ejemplo, (solamente es un ejemplo),
algunos rasgos de cabezas de mamíferos serían consecuencia de muchas mutaciones
que afectasen a diferentes pares de esas cabezas, pero ninguna de ellas
afectaría a la morfología concreta, que realmente no estaría regida por genes.
Ésta, la forma concreta de la cabeza “emergería” como consecuencia de las
mutaciones sencillas de varios y diferentes genes, todos ellos afectado a caracteres
que se expresen en dicha estructura.
No es mucho lo que se sabe acerca de
esta situación, pero siempre que se dan complejos estructurados, emergen los
mismos caracteres. Es decir, no son cosas aleatorias.
MANIFESTACIÓN |
Los enjambres tienen sus propiedades
emergentes, con comportamientos fijos por parte de cada uno de sus miembros.
Tan rigurosos son esos comportamientos y tan estructurados, que no faltan
biosociólogos que pretenden considerar como individuo a cada una de las
colmenas. Para aceptar esta propuesta, sería preciso replantearnos qué
consideramos como individuo. Pero ningún biólogo ha rechazado esa propuesta de
los biosociólogos. Nadie la ha rechazado, pero tampoco nadie la ha aceptado,
mas bien ha quedado como postura extravagante que nos recuerda que, en
biología, nada hay fijado ni considerado de modo definitivo.
Cada idea que tenemos, y que
consideramos definitiva, vemos cómo se nos desvanece conforme vamos
profundizando en los estudios y, por consiguiente, ampliando nuestros
conocimientos. Un proceso dinámico muy interesante de observar, de vivir.
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