Paseo por Compostela cuando la ciudad ha retomado su pulso
de ciudad pequeña, provinciana, en la que casi todos nos conocemos. Los grupos
ruidosos de estudiantes caminan dejando un reguero de alegría juvenil a su paso
y son los únicos que rompen un silencio casi patrimonial, sólo interrumpido por
las campanadas del reloj de la torre. La vida pasa por las calles casi
sin darnos cuenta.
Por encima de todo, trascendiendo modas y tiempos, la
ciudad. Me gusta ver sus fotos antiguas: prácticamente no ha cambiado en nada.
Está como siempre, tal como la dejó una serie de arquitectos compostelanos que
construyeron edificios, diseñando calles y plazas. Domingo de Andrade, Fernando
de Casas Novoa, la familia de los Sarela, no solo nos dejaron sus obras,
también el trazado ciudadano.
DIOSA FORTUNA |
PARTE SUPERIOR DE LA TORRE DEL RELOJ LA OBRA AÑADIDA POR DOMINGO DE ANDRADE |
DETALLE DE LA TORRE DEL RELOJ LAS FRUTAS CAEN |
En la catedral compostelana, Domingo de Andrade trabajó en
la Torre del reloj, también conocida como “del rey de Francia”. La transformó
en una de las torres más hermosas de España, luego de añadirle una parte
superior que muchas veces me ha recordado un joyero. Antiguas garitas se vieron
convertidas en balcones adornados de filigranas y, en lo alto de la torre, se
dispuso de un lugar en el que encender fuego para orientar, como un faro, a los
peregrinos que, en la noche, continuaban su andar hacia Compostela.
LA CORNUCOPIA SE HA VOLCADO |
Profusamente adornada la parte superior de la torre, por los
parteluces que separan los arcos caen ristras de frutas de la comarca
compostelana. También encontramos racimos de frutas cayendo en la ornamentación
del exterior de la Puerta Santa. Domingo de Andrade cerró con un bello muro el
ábside románico de la Catedral, confiriendo a la Plaza de la Quintana un
aspecto muy sereno, incluso sobrio, que contrasta con la cascada de
balaustradas que colocó en los aleros de los ábsides propios del edificio
románico.
LOS FRUTOS LLEGAN AL SUELO |
Esta pared se abre a la plaza en la parte correspondiente a
la Puerta Santa. Es una bella fachada en la que la Puerta está flanqueda por veinticuatro
ancianos, obra del Maestro Mateo y procedentes del antiguo coro de la Catedral.
Domingo de Andrade, conocedor de la valía de aquellas piezas, quiso
recuperarlas. A ambos lados de la Puerta Santa, en una especie de orla que la
rodea, vemos al Apóstol en figura de Peregrino, la imagen que nos gusta en esta
tierra, y a sus lados dos piñas de frutas caen a lo largo de la pared.
EN LA PUERTA SANTA CAEN LAS FRUTAS |
Ahora pienso en Darío, pues este lugar, el pie de la Puerta Santa, siempre ha sido, y será, un punto insoslayable en nuestros paseos compostelanos antes de irnos a la pulpería de nombre familiar.
Entradas relacionadas:
Por el Camino de Santiago: Lo popular en el barroco compostelano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario