En la actualidad se venden flores con muchas características encomiables pero, a veces, carecen de otras que les acompañaron siempre, como el olor. Esto es consecuencia de prácticas de selección artificial.
Como biólogo, veo las flores como lo que son, los órganos reproductores de un amplio grupo de plantas. Muchas cosas que se dicen de ellas las veo como poesía, a veces cursi y relamida. Las flores se han tomado como ejemplo de virtudes, como la violeta de la humildad o la azucena de la pureza. Las margaritas se han utilizado para respondernos dudas (me quiere, no me quiere), han sido objeto de ofrenda y mil cosas más. En muchas ocasiones han sido símbolo de derroche, y lo siguen siendo.
HERMOSAS, PERO SIN OLOR |
EN ESTA CASA CORDOBESA, DISFRUTAN DE UN AGRADABLE OLOR A PETUNIAS |
CRISANTEMOS. ANTES DEL FIN DE OCTUBRE, HAN DE ESTAR EN LAS TIENDAS |
Las razas seleccionadas de modo artificial se reproducen de modo también artificial, mediante esquejes o injertos. Poco importa que las plantas seleccionadas para un carácter pierdan algún otro que hubiese sido importante para su vida silvestre, pues ahora llevan vida de invernadero y ese carácter perdido ya no le hace falta para su supervivencia.
Mediante selección artificial se han conseguido flores espectaculares, biológicamente monstruosas, pero maravillosas desde la óptica de la hermosura: flores con todo tipo de colores, desde blanco al rojo intenso, y con floraciones a lo largo de todo el año. La selección natural ha de tener muy compensadas estas características, no permitiendo en ninguna de ellas variaciones que modifiquen su capacidad funcional. No obstante, en selección artificial, se puede modificar toda característica que el horticultor pueda compensar con su actuación.
POR SUERTE, OLÍA |
Al comenzar una labor de selección, siempre larga, ya se tiene determinado el carácter que hay que seleccionar en cada cepa. El carácter seleccionado ha de ser de expresión variable y hereditario, es decir, ha de estar regulado por genes. En cada generación, se utilizará como cepa progenitora de la siguiente a las plantas que muestren ese carácter de modo más acusado, desechando a las restantes. De este modo, se irá consiguiendo reunir en una sola cepa a los genes que inciden de manera más intensa en el carácter diseñado desde el principio del trabajo: flores de tal color, olor, época de floración, número de frutos o lo que sea. Pero en esta labor de selección, no se tendrá en cuenta el resto de caracteres que puedan presentar las plantas.
Por ejemplo, supongamos que disponemos de tres invernaderos numerados (1), (2) y (3). Los tenemos aislados entre ellos. En un invernadero (1), se puede seleccionar para un tipo de color. En otro (2), para floración duradera y en otro (3) para olor. En las plantas favorecidas por el tono de color en (1), no importa que huelan o dejen de oler, ni que sus flores duren más o menos tiempo. Algo similar ocurre con las plantas favorecidas en los invernaderos (2) y (3). En las seleccionadas en (2), poco importará el color o el olor, y en las seleccionadas en (3) sólo importará el olor porque, tal vez, estén destinados a una fábrica de productos de perfumería.
Siempre me ha gustado el olor de las flores naturales. Me gusta el tenue de las violetas o de las petunias. Con las rosas me aburre el manido tópico de la belleza acompañada del dolor de las espinas, pero su olor también me gusta. Encuentro violento el de los claveles, lleno de evocaciones para mí. Califico como entrañable y lleno de evocaciones el de los crisantemos, aunque no conozco a nadie a quien también le guste este olor. Pero sí, en la naturaleza cada flor tiene su olor para hacerse reconocer por su polinizador natural desde bastante distancia.
Ocurre que en las flores de floristería se venden o se compran productos de invernadero, seleccionados por múltiples características. Tal vez son muy grandes, o longevas, o lucen un color especial. No lo sé, hay para todos los gustos.
Pero es posible que muchas de ellas hayan perdido su olor, porque los seleccionadores no lo tuvieron en cuenta a la hora de hacer las cepas.
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