En Galicia llamamos orballo a
esa lluvia menuda, pausada, que en otras partes llaman “calabobos” y también
“chirimiri” De orballo derivamos a la acción, orballar. En estos días orballó
en Santiago. Todo el día orballando, tiempo propicio para calarse un sombrero
impermeable, embutir las manos en los bolsillos y echarse a pasear por las rúas
y disfrutar de lo íntimo del orballo.
Así estaba la Catedral ayer Otros tiempos volverán |
Las torres de la catedral se
difuminan entre las nubes bajas, mientras los visitantes piensan que se
encuentran con la cuidad en su más pura esencia… Yo les diría que se encuentran
con “otra” ciudad, mas vacía, mas calmada, sin los ajetreos y griteríos
consustanciales a peregrinos y turistas, pero la misma ciudad, fiel a sí misma,
con una cara diferente según qué tiempo le toque vivir.
Las calles húmedas reflejan todo
cuanto pueden reflejar, los suelos son espejos difusos de su entorno y algunos
peregrinos anacrónicos pasean desangelados por la rúa del Vilar. ¿Son tardíos
del 2012? ¿Acaso tempranos del 2013? No lo sé, en todo caso han venido fuera de
época y encuentran muchos sitios cerrados. Se pasean por lo que llamo el
“parque temático” turístico, similar en todas las ciudades que atraen
visitantes y con las mismas ofertas mercantiles: camisetas con textos horteras,
paraguas, supuestas gaitas, cds con música, buena música, de grupos locales,
tartas de santiago y más paraguas en oferta del dos por uno. Gente que, después
de la grata sorpresa del orballo ahora se siente como traicionada y sin saber a
dónde ir.
Miro los grupos que forman y
quiero adivinar en ellos heterogeneidad de orígenes. De ciudad, de pueblo, de
aldea. Sin ellos saberlo, están haciendo realidad uno de los principios
biológicos claves en nuestras poblaciones: la ruptura de la consanguinidad. Buscando pareja en personas procedentes de otros pueblos, de otras
localidades, obedecen al instinto que les lleva a la ruptura de la endogamia.
Siempre me gustaron los
comportamientos que llevamos a cabo sin conocer su fundamento biológico. Uno de ellos es éste, el de romper la consaguinidad y originar nuevas combinaciones génicas (“mezclar las sangres”, que se diría en
otros tiempos). También las discotecas situadas en zonas rurales, equidistantes
de núcleos de población diversos, pretendiendo captar su clientela entre jóvenes
procedentes de ellos, tienen la misma base biológica: la ruptura de la
consanguinidad.
…Como suele ocurrir, el biólogo
que soy me ha llevado a pensar en temas biológicos a partir de lo que veo… Yo,
que pensaba en el orballo…
Precioso. Comparto ese placer de pasear por Santiago bajo el orballo. Entrar en una Catedral casi vacía. Tomar un café vacío y disfrutar de una cierta melancolía. Darío
ResponderEliminarSi, realmente es un placer un paseo en esas condiciones. Más placer para mí es ser consciente de lo que significa.
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