BUSTO DE D. ELIAS JUNTO AL SANTUARIO |
Existen
personas que, sin buscárselo, pasan a la historia por derecho propio. Suelen
ser, siempre lo son, gente generosa que hace lo que le parece conveniente como
sin darle importancia, como si cualquier otro lo hubiese hecho incluso,
creen, mejor que él o que ella. Nunca se les ha ocurrido pensar que son
personajes históricos también por eso, por servirnos de ejemplo de cómo se
actúa, de cómo se derrocha generosidad y de cómo no hay que pedir nada a cambio
cuando se trabaja por o para una idea.
D.
Elías Valiña ha sido una de esas personas y voy a comentar algunas cosas suyas
por las que debemos reconocerle. Sarriano de nacimiento, pronto ingresó en el
Seminario de Lugo para acceder al sacerdocio, obteniendo siempre las más altas
calificaciones. Posteriormente alcanza el grado de doctor con una tesis
doctoral que estudiaba el Camino de Santiago bajo el doble aspecto histórico y
jurídico. Era el año 1965 y D. Elías Valiña contaba 36 años de edad. Desde 1959
era párroco de O Cebreiro.
Tal vez no faltó quien le augurase un brillante futuro en Lugo, sede de
la Diócesis. No obstante, D. Elías, que gustaba ser conocido como "el cura de O Cebreiro", nunca pretendió salir del ámbito de su parroquia y, cuando lo hizo, fue debido a motivos de estudios y para dar a conocer el tema de su preocupación intelectual: el Camino.
Porque,
y aquí empezamos a ver la importancia de cuanto hizo, D. Elías era consciente
del significado que el Camino podía tener en la Europa del siglo XX y en la de tiempos
venideros. Por más que he querido conocer qué motivos guiaron sus hechos, no
los encuentro salvo el haber poseído una gran fe en el significado del Camino y
tener una sólida confianza en que ese significado se mantendría en tiempos
futuros.
PLACAS DE HOMENAJE AL PIE DEL BUSTO DE D.ELIAS |
Hasta
su época, el Camino había sido considerado como un fenómeno terminado, algo que
debía ser estudiado en el marco de la historia como un fenómeno propio de
tiempos idos. D. Elías quiso contagiar a todos cuantos estaban con él su
fe en un Camino que, viniendo del pasado, se proyectase hacia el futuro con una
pujanza cada vez mayor y un significado propio de este tiempo.
MONOLITO CON PLACAS DE HOMENAJE |
Convenciendo
a unos y a otros, consiguió que se reconstruyesen el santuario y el poblado de O Cebreiro y que
las pallozas que quedaban en pie fuesen acogidas bajo protección oficial. En
ellas se instalaron diversas entidades culturales, mientras que sus antiguos
habitantes fueron realojados en casa acordes con los tiempos de hoy.
Hizo
que el Camino comenzase a ser conocido como algo actual, no de otro tiempo. Al
principio en soledad y con la incomprensión de muchos, comenzó a desarrollar
una actividad consistente en darlo a conoce. Conferencias y
publicaciones fueron sus medios para hacerlo y, con el tiempo, se empezó a
hablar de sus actividades. D. Elías se movió de un sitio a otro
por Europa hablando siempre de su tema mejor conocido: EL Camino de Santiago. Muchos
libros y guías referentes a él y que hoy vemos en manos de peregrinos, son obra suya. Se le consideró como un experto conocedor de la senda, en especial del que
conocemos como Camino Francés.
Fue
en 1984 cuando inició la señalización del camino mediante flechas de color
amarillo. Hoy esas flechas jalonan el Camino y todos quienes han pasado por él, las conocen como algo familiar, casi entrañable, en su ruta. En Galicia, el trayecto marcado por las flechas se considera la indicación más fiable del Camino.
Fundamentalmente
humilde y asequible, cuando fue
objeto de algún tipo de homenaje, casi pedía perdón por recibirlo. Nunca, creo
yo, fue consciente de la trascendencia de toda su labor a favor del Camino en
todos los aspectos.
Entre
el Santuario del Cebreiro y la hospedería hay una pequeña parcela con su busto
y gran cantidad de placas, procedentes de asociaciones o entidades, que le
reconocen sus méritos y le rinden homenaje. También hay un monolito con placas
diversas reconociendo y alabando su labor.
Siempre
que veo flechas amarillas señalando la dirección del Camino pienso en este
hombre que, sin quererlo ni proponérselo, ha entrado en su historia tal vez por
hacer calladamente lo que él pensaba que debía de hacer. Sólo por eso merece mi
respeto y admiración, porque, además, nunca pidió nada a cambio.
+
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D.
Elías está enterrado en el interior del santuario, a los pies del altar situado
en el ábside izquierdo. No soy quien para decir cómo deben hacerse las cosas,
pero hace poco tiempo le pusieron unas barras metálicas sosteniendo una cadena
que mejor que no se hubiesen puesto, pues las barras parecen ridículas y la
cadena hace pensar en las que se venden por metros en cualquier ferretería de
arrabal. Sin las barras y la cadena, la tumba estaba mucho más digna, por sobria.
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