sábado, 12 de octubre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXIX) SEÑORÍO EN BARBADELO

En la montaña lucense, el otoño está llegando y en Barbadelo no va a ser de otro modo. El campo, silencioso, nos acoge después de que hayamos atravesado una hermosa carballeira llena de los sonidos propios del bosque. Crujidos de ramas, canto de aves y otros más, difíciles de identificar, han quedado atrás. Ahora estamos en una campa libre, diáfana, que nos deja ver los Ancares por un lado y el Cebreiro por otro. Casi estamos a su altura, pero no nos engañemos, estamos más bajos. El horizonte se muestra nítido, es el regalo de los aires fríos, y distinguimos perfectamente cada uno de los árboles situados en su línea.

El silencio lo impregna todo. Es esa solemnidad rural a la que nunca nos acostumbramos en Galicia.
AL FONDO ENTRE LA NIEBLA, LOS ANCARES
DESDE BARBADELO
En todo caso, un pájaro canta vaya uno a saber dónde, o una máquina suena, también por algún sitio indeterminado.
Y casi oculta, hay que saberla vislumbrar, está la iglesia. Una maravilla románica poco deteriorada a pesar de los siglos que tiene en su historial, pues ya el Códice Calixtino nos habla de ella como algo señorial. Eso sigue siendo, señorial, para quien la mira con ojos atentos.
IGLESIA CON EL MURETE DONDE VEMOS EL VIACRUCIS
Y LOS PILARES DEL POSIBLE PORCHE
La iglesia viene a representar el contrasentido, a veces consustancial, de estas tierras. Un templo robusto, elegante, hermoso y muchas cosas más, en un paraje totalmente deshabitado, aunque con cementerio que lo rodea, que habla de una buena y poblada parroquia. Cuando hay entierro, no se puede aparcar en ningún sitio con tanto coche como acude a la triste llamada, pero cuando no lo hay, es raro encontrarse con alguna persona por aquel entorno, a no ser los peregrinos que pasan teniendo a Compostela como meta. Mientras, la iglesia, majestuosa con su hermosa fachada, sigue haciendo frente al sol de la tarde o a la lluvia cotidiana.
La fachada puede parecer extraña en un primer momento, hasta que nos percatamos de que sólo tiene una torre. Y no es que le falte. Si miramos bien, vemos que ya fue diseñada de ese modo. Esa única torre le confiere una personalidad inolvidable.
ARRANQUE DE LA TORRE
EN EL INTERIOR
Barbadelo tiene una asombrosa colección de capiteles colocados allá donde los constructores quisieron que estuviesen. Capiteles con monstruos, guirnaldas, motivos vegetales o dibujos de difícil interpretación. Con el encanto de no estar en museo, sino manteniendo la función que se pensó que tuviesen desde un principio. Difícil interpretación para nosotros, que no para aquellos para quienes se labraron. A veces pienso en que cada cultura ha generado sus símbolos correspondientes. Nosotros no entendemos los de entonces, pero somos capaces de seguir una autopista sin más información que la que nos dan los símbolos presentes en los paneles, o manejamos un complicado mando a distancia gracias, también, a sus símbolos explicativos. Culturas y símbolos. Tal vez estamos fuera del mundo que construyó Barbadelo. A veces, decir que sí constituye una tentación sencilla.
ALTAR MAYOR
Rodeando la iglesia, hay un murete con cruces de granito formando un víacrucis y también unas columnas que bien pudieron servir de soporte a un pórtico que rodease parte del templo, como existe en otras iglesias de la montaña luguesa.
Junto, pero separado, existe un edificio con fachada renacentista. Hoy
ANTIGUO EDIFICIO MONACAL
hace las veces de casa parroquial, pero antaño tuvo usos monacales dependientes del de Samos.
Diría que el tímpano está hecho con piedras utilizadas anteriormente. Hay una, de mayores dimensiones, de forma pentagonal, que descansa sobre las jambas de la puerta. Está labrada por ambas caras y en la parte exterior presenta un dibujo geométrico alrededor de una figura central antropomorfa. En su parte interior, esta misma pieza tiene una ornamentación de círculos tallados. Como el semicírculo del tímpano de entrada no encaja con la forma pentagonal, los huecos están rellenos con otras piedras talladas. En la parte superior, y dando al frente, hay una figura humana con los brazos levantados, como saludando.
TIMPANO. PARTE EXTERIOR
El interior de la iglesia es limpio, íntimo y amplio. Destaca el elegante arranque de la torre, mediante columnas que dejan vistos los primeros tramos de escaleras.
El retablo es barroco, con policromía popular y buenas tallas.
Siempre me encuentro muy a gusto en Barbadelo. En contraste total con la grandiosidad del Monasterio de Samos, a tan sólo unos 15 km. de distancia, este lugar representa para mí la introversión, el pensar para uno mismo, el reflexionar  callado sin abandonar las buenas formas, eso de que tanto se necesita hoy. No creo que aquí se hiciese nada por afán de simular o impresionar. Me gusta pensar que todo se hizo para inducir en el peregrino un estado de ánimo que hoy se nos queda algo velado, pero que nos impresiona y gusta.

TIMPANO. PARTE INTERIOR
Tal vez el otoño influye en los pensamientos, pero el esplendor del verano ha dejado paso a la serenidad de esta nueva estación. Los peregrinos que antaño llegaron a este lugar de Barbadelo, tal vez supieron interpretar todo cuanto se les decía en sus relieves y capiteles. Hoy no es así, pero ahí está la iglesia como testimonio de otros tiempos, otros modos de lecturas y dando la sensación de que por ella no pasa el tiempo. Elegantemente en su sitio para quien se le acerque y la mire con cariño y respeto.


ATARDECER OTOÑAL EN BARBADELO

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