Cuando publiqué mi entrada sobre incendios forestales, El Baile de Norte escribió en la entrada un comentario apropiado, que me hacía ver muchas variables que yo no había tenido en cuenta. Le invité a escribir algo sobre el tema para publicarlo aquí y, aunque cae fuera de los motivos a los que nos tiene acostumbrados, ha escrito esto que considero de interés para los lectores de mi blog. Lo publico no sin antes agradecer a Norte su tiempo y su dedicación.
Desgraciadamente los incendios forman parte de las noticias durante los meses de verano, que en muchos casos alcanzan la consideración de dramáticas, no solo por el impacto ambiental o económico que suponen, sino también porque en ocasiones incluso hay coste de vidas humanas. Sin embargo, el fuego es un fenómeno frecuente en nuestra tierra desde tiempos remotos; es un elemento más en la configuración de los ecosistemas de los países del sur de Europa que condiciona la vegetación, sus formas y sus asociaciones.
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Desgraciadamente los incendios forman parte de las noticias durante los meses de verano, que en muchos casos alcanzan la consideración de dramáticas, no solo por el impacto ambiental o económico que suponen, sino también porque en ocasiones incluso hay coste de vidas humanas. Sin embargo, el fuego es un fenómeno frecuente en nuestra tierra desde tiempos remotos; es un elemento más en la configuración de los ecosistemas de los países del sur de Europa que condiciona la vegetación, sus formas y sus asociaciones.
Por este motivo, todo ecosistema
vegetal que llegó hasta nuestros días tuvo, en su evolución, una relación con
el fuego que en mayor o menor medida lo capacitó para responder a ese elemento.
El problema surge del uso del fuego por el hombre, ya que rompió el
equilibrio entre el fuego, como fenómeno natural, y los ecosistemas. El número
de incendios y la frecuencia es ahora mucho mayor. Consecuentemente la sucesión
ecológica es interrumpida y se produce un retroceso, que si continúa de un modo
reiterado, llevará a etapas de mayor degradación.
Sin entrar a analizar las causas, los incendios intencionados representan
más del 65% , por negligencias superan el 25% y solo menos del 5% corresponden
a causas naturales. El hombre es el principal desencadenante de los incendios
forestales (superior al 95%) debido fundamentalmente al desarrollo de
actividades económicas (agrarias, ganaderas, industriales,…), recreativas
(excursionismo,…), etc, actividades que tendrán que coincidir, para que se
produzca el incendio, con ciertas condiciones
ambientales que se verán acrecentadas por la sequía durante algunos
años.
Incendio
en Ourense Vecinos de San Miguel miran la virulencia de las llamas de un
incendio cercano a una vivienda (Rosa Veiga / EFE)
Ciertamente el fuego es una herramienta de mínimo esfuerzo empleada por el
hombre desde tiempos prehistóricos para controlar la vegetación que lo domina.
El resultado del mal uso de esta herramienta es múltiple y afecta al aire, por
la emisión a la atmósfera de gases y partículas nocivas; al agua, afectando al
ciclo hidrológico y la calidad de las aguas; al suelo, fundamentalmente por
problemas de erosión; a la vegetación, induciendo cambios en la sucesión de los
ecosistemas; a la fauna y al clima.
Desde mediados del siglo XX, con el proceso de abandono de la actividad
agraria intensiva de autoconsumo en Galicia, disminuyó de manera drástica el
uso de material vegetal (cama de animales y combustible fundamentalmente), de
este modo se incrementó la superficie de matorral, pasando de ser un material
por el que se paga a ser un producto que tenemos que pagar para controlarlo. En
esta situación la quema de matorral se justifica espuriamente por la invasión
que hace del territorio y el por enorme esfuerzo que supone su control manual o
mecánico.
La estructura territorial y el incremento de las masas forestales, tanto de
resinosas como de frondosas, junto con la mayor cantidad de matorral hicieron
que la capacidad de expansión del fuego sea aún mayor hoy en día y que dé lugar
a desastres ecológicos y económicos de una importancia difícilmente evaluable.
A lo largo de la década de los 80 del siglo pasado el fuego asoló enormes
extensiones de matorral y monte arbolado; llegaron a contabilizarse más de
230.000 ha de superficie arbolada en solo 10 años. Esta tremenda tragedia
ecológica, que se pretende controlar hoy en día por medio de altas inversiones
humanas y materiales, tiene sus raíces en un complejo conjunto de causas que
interaccionan entre ellas, como son aspectos sociales, cambios del uso del
suelo, abandono de la agricultura o, simplemente, el control de matorral.
Incendio
en Galicia Un helicóptero sobrevuela una zona incendiada cercana al pueblo de A
Veiga de Cascallá, desalojado a causa del incendio iniciado en O Barco de
Valdeorras (Ourense). (EFE)
Durante estos años las medidas puestas en marcha por la Administración, basadas fundamentalmente por el incremento de medios humanos y materiales en la lucha contra los incendios, alcanzaron el objetivo parcial de reducción en el número de hectáreas quemadas. El incremento de las dotaciones, la reducción del tiempo de llegada de los medios al incendio, los sistemas de comunicación,… son entre otros los factores que determinaron esta disminución.
Sin embargo, el continuo incremento
del número de incendios que se producen cada año, nos indica que el problema
está lejos de resolverse y que son necesarias, además de las medidas de
extinción o prevención que se están adoptando,
abordar la temática con una nueva visión integradora que tenga en cuenta
aspectos medioambientales, sociales y económicos.
Blog de El Baile de Norte
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