Estamos ante una importante fase vital para los vegetales, la dispersión de semillas. La formación de la generación siguiente, pero también la búsqueda de nuevos hábitats, la modificación, aunque ligera, del área de distribución. Todo eso está encerrado en ese proceso.
Fruto de Medicago |
Recuerdo que de niño iba a jugar a un campo cercano a mi
casa. En verano, volvía a casa con bolas espinosas pegadas a mis calcetines. Las
bolas tenían la apariencia de ser vegetales, estar secas y eran del tamaño
aproximado de un garbanzo. Muchos años más tarde, estudiando Ciencias
Biológicas en la Universidad de Barcelona, me reencontré con esas bolas, pero
entonces ya sabía yo que eran el fruto de un género de la familia de las
Papilonáceas llamado Medicago. Aquel fruto con espinas estaba adaptado para
adherirse a la piel peluda de cualquier mamífero que, luego, al notar algo
molesto debido a las espinas, se lo quitaría dejándolo caer al suelo. De este modo contribuía a la dispersión de las semillas que llevaba el fruto. Las diferentes
especies del género Medicago tienen el fruto en forma helicoidal, lo que le
sirve para ser transportado por el viento.
Vilanos de diente de león dispuestos a desprenderse |
El viento es un agente importante en la dispersión de las
semillas. ¿Quién de nosotros no ha jugado soplando sobre los vilanos del diente
de león, para verlos esparcirse? Son tan puntuales en su aparición que en una
recordada película, Amarcord, se mide el paso de un año por el período de
tiempo que media entre una invasión de vilanos y la siguiente. Se dispersan a
lo loco, con generosidad suelo decir, pues cuantas más semillas se dispersen,
mayor será la probabilidad de que alguna caiga en terreno apropiado y que dé
origen a una nueva planta.
Los vilanos se desprenden |
El viento, sí, el gran dispersador. Con numerosas
estructuras adaptadas para que las semillas sean llevadas por él, como los
vilanos, de los que he hablado, pero también las sámaras, esas aletas que hacen
que las semillas de arces semejen hélices con las que juega el viento, o las de olmos, rodeadas casi por
completo de su aleta voladora.
Sámaras de olmo |
A veces hay agentes inesperados, como es el caso de los
arrendajos, que entierran bellotas como reservas que serán comidan en tiempos de
escasez. Lo malo para él (y bueno para los robles), es que olvida muchos de los
lugares de escondrijo de sus bellotas que, pasado el tiempo y cumplidas las
condiciones biológicas, llegan a germinar. Los robles mantienen su presencia
gracias a un modo peculiar de dispersión.
Hace unos cinco años vi en los borde de carreteras
secundarias unas plantas de porte leñoso, de unos 70 cm. de altura y con flor duradera de color amarillo. Me pareció una especie de arrayán y le pregunté a un colega
botánico. Me dio la razón y me comentó que era una especie que estaba entrando
en Galicia por los bordes de carreteras, transportadas por coches. No es que las
semillas se suban al coche, no. Pero de los cientos de semilla que forma cada planta,
alguna puede engancharse al vehículo de modo inestable. Tan inestable, que al poco
trecho se desprende y cae al suelo. La semilla ha sido transportada. Hace
años veía menos ejemplares de este arrayán, ahora veo más. Parece que se
dispersa bien. También las vías del tren son buenos caminos para la dispersión de semillas y, por tanto, para movimiento de plantas.
Cortaderia, invasora en Galicia |
Hace unos cuarenta años, se inauguró el primer tramo de
autopista en Galicia. Recorría 66
km entre A Coruña y Santiago de Compostela. Como mediana
entre unas y otras vías se plantaron ejemplares de Cortaderia, aunque se
levantaron voces alertando de la posibilidad de que se transformase en una planta
invasora. Con los años, la autopista fue creciendo, las plantas se eliminaron del lugar en el que fueron plantadas,
pero hoy actúan como invasoras y se extienden libremente a lo largo de muchos kilómetros y no sólo por
la autopista, también por la autovía y demás carreteras próximas a ellas. Cientos de kilómetros. Tal vez los
vilanos de estas plantas, que formarán por miles cada año, serán arrastrados hacia
los camiones debido al efecto de succión generado por sus volúmenes y
velocidades. Luego, y por diversas causas, pueden caer y germinar en cualquier lugar, promoviendo de este modo la dispersión de las semillas.
Hoy, los céspedes de los campos de fútbol son gestionados y
cuidados por especialistas. Antes, había en ellos problemas de drenaje, necesidad de
mucho césped de crecimiento rápido y otros requerimientos. Hoy, en los campos de
fútbol lucen céspedes muy hermosos antes de comenzar los partidos. Las partes
cercanas a las porterías suelen ser las más castigadas, pero todo está reparado una semana más tarde.
Antes de la época de esos cuidados, siempre costosos, los
campos de fútbol eran prados en los que crecían las hierbas. Quiero suponer que cuando mis calcetines se llenaban de
frutos de Medicago, también lo hacían los de los futbolistas. La verdad es que
había una gran uniformidad en la flora de esos campos, pues las botas de los
futbolistas actuaban como eficaces agentes de dispersión, llevando semillas de un sitio para otro.
Dispersando... |
En estos días estoy en Santiago. Cada día llegan cientos de
peregrinos que vienen recorriendo el Camino. He salido de paseo y he visto una
gran disparidad de ellos que llenaban las calles de mi ciudad. De un tipo u
otro, casi todos iban calzados con botas. Y he pensado en qué modo ocasional de
dispersión están llevando a cabo, qué tipos de semillas llevarán en sus botas.
Tal vez recopilando las semillas presentes en ellas fuese posible realizar
algún estudio sobre la dispersión de semillas en el Camino de Santiago,
realizada por los mismos caminantes. Yo ya no estoy en condiciones de emprender
ese estudio, pero le brindo la idea a quien quiera ponerla en práctica.
En el capítulo XII del Origen de las especies, Darwin trata con detenimiento el tema de la dispersión, en
animales y vegetales.
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