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EL CAMINO EN SOLITARIO PUEDE SER DURO |
Leo
en la prensa de hoy que los albergues del Camino están repletos, que en los
atardeceres de estos días estivales, casi hay carreras por llegar pronto a
ellos y poderse acoger a su cobijo. Todo el Camino esté lleno de gente que va a
Compostela buscando, buscándose, en esta época en que la pérdida de identidad
es cada vez más patente. Los miembros de las pandillas de caminantes se conocen
por sus nombres propios, mientras que esos mismos nombres, identificativos de
cada uno de ellos, se han perdido en las grandes ciudades. En la ciudad, con
suerte se es “el del quinto”, “el padre del niño”, “el chico de los
auriculares” y otras indicaciones que sirven para identificar a desconocidos.
Muchos
de esos caminantes anónimos, pero con necesidad de
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LA COMPAÑÍA DE LOS DEMÁS |
integrarse en algún círculo,
se han echado al Camino buscando identidad propia, amistades, compromisos.
Luchando contra el proceso mundial que parece tener como finalidad el hacer un
mundo de desarraigados, los caminantes andan por la senda buscando
identificaciones con lo propio, con la historia, con la tradición, con uno
mismo. Por su aspecto al llegar a Compostela, perece que muchos lo consiguen.
Al menos lo vislumbran, saben que existe y ahora toca un largo camino interior,
personal e independiente de circunstancias, para encontrarlo y afirmarse en este mundo que llevan dentro de sí mismos.
En
todas las culturas de nuestro entorno existe algún relato, mito,
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ENTRE EL GENTÍO, UNA BANDA QUE TOCÓ EN MISA Y LO HIZO MUY BIEN |
fábula o lo
que sea, que nos viene a indicar que por mucho que busquemos fuera, lo
importante, lo que dará sentido a nuestras vidas, lo llevamos dentro de
nosotros mismos. Por eso es necesaria la introspección, el buscar valientemente
en nuestro interior con la seguridad de que allí se encuentran las respuestas a
muchas de las preguntas que creemos consustanciales a nosotros mismos. Esta
senda, el Camino, es una buena vía para encontrarlas.
Mientras,
todos los lugares a lo largo del Camino han invitado a quedarse por uno u otro
motivo. Han existido, se han escuchado los mismos
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HAN LEGADO CANSADOS, PERO ESTÁN AQUI |
cantos de sirena que hicieron
que Ulises se atase a los palos de su buque y ensordeciese a sus marinos. La
tentación del desvío, o del alto, ha sido grande, pero ya casi se está en el
Monde del Gozo, con la torres de Compostela como faro. Siempre se anduvo hacia
delante, sin huir aunque lo pareciese, mejor tal vez con ganas de atrapar lo
prometido. Nunca escapando de nada pero siempre con ganar de pararse para
poder, al menos intentar, llevarse consigo paisajes, olores, acentos, o todo
junto. Llevarlo consigo como prueba de haber pasado por donde lo han hecho millones
de personas a lo largo de siglos y cada uno con su motivo personal, pero todos
buscando o buscándose. El viaje ha sido la fidelidad a la idea inicial y ahora se
vislumbra su recompensa.
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NADA QUE DECIR |
Aunque
cualquier día es bueno para llegar a Compostela, tal vez el 24 de julio no sea
el más apropiado- Mejor uno sin ningún tipo de relieve, un día más del año. No
esos repletos de actos de todo tipo que no dejan vivir la propia intimidad con la alegría
del Camino hecho. La satisfacción de no darle importancia, porque no la tuvo, a
los múltiples inconvenientes que aparecieron. La ilusión de saberse nuevos y
con la certeza de saberse dueños de programar, con nuevas coordenadas vitales,
la nueva vida que casi ha tropezado con cada uno.
Buen
Camino se le ha dicho, y deseado, muchas veces al caminante a lo largo de este
viaje. Ojalá haya vivido eso, un buen Camino.
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