EVOCACIONES, EVOCACIONES |
Cada visita es singular por causas muy concretas, pues aunque el monumento no cambia, soy yo quien va cambiando y veo las cosas de diferente manera. Por eso en Itálica, como en otros lugares que me impresionan, me encuentro conmigo mismo, con el que soy y con el que fui.
En esta ocasión dejé la cámara de fotos en el hotel, ya tengo suficientes fotos de allí, e iba dispuesto a no dejarme entretener buscando encuadres o atractivos juegos de luz, que pudiese encontrar.
Éramos pocos los que estábamos aquel sábado. Los más, una excursión de jubilados a quienes llevaban, traían y terminaron subiendo a un bus para irse a otra parte con su bullicio.
Entonces, se implantó un silencio que fue como un regalo. En aquel sosiego era hermoso pasear por la ciudad, o por lo que fue.
No puedo dejar de evocar aquello de "éstos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora campos de soledad, mustio collado..." Canto a las ruinas de Itálica. Y a las de tal sitio y a las de tal otro. ¿Tenemos que esperar que se arruinen para mostrarles nuestra preocupación y respeto? A veces me asombra ver qué iguales somos a nosotros mismos por mucho que transcurra el tiempo.
JUGARÍA ADRIANO POR ESTA CALLE, O TRAJANO, O TEODOSIO? |
Tres emperadores nacieron en Itálica: Trajano, fundador de Triana, Adriano y Teodosio. Los imagino cuando fueron niños, correteando por el empedrado de las calles. ¿Qué idioma utilizarían? Latín, naturalmente, pero me gusta pensar que "su" latín tendría un gracejo especial que les identificase como procedentes de la Bética cuando llegaban a Roma. Como hoy. No vamos a pensar que en todo el Imperio se hablaba con la misma entonación.
LES GUSTARON Y NOS GUSTAN |
En ciudades como ésta, y en otras tantas, se fraguaron nuestras identidades culturales, nuestros modos y nuestros gustos. Siempre me ha gustado pensar que veo hermosos los mosaicos de Itálica (Como los de Lucus, de Conímbriga y más) y tal vez sea porque hemos heredado un sentido estético muy concreto que nos define como pertenecientes a un tronco cultural común. Lo mismo que nos gustan los colores con que están adornadas las teselas. Procedemos de ellos y, entre otras cosas, nos han legado el gusto por lo bello y, más importante, su concepto de bello.
Siempre, y esta vez también, me asombró su anfiteatro con un
ANFITEATRO |
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