SEÑORIAL, LEJANA Y PRÓXIMA |
Hace unos días, he tenido que venir a Santiago desde Lugo y, aunque allí hacía bueno, en
Compostela llovía. Tampoco son tan raros esos cambios climáticos en tan cortas
distancias, como para comentarlas aquí. Los turistas, visitantes y peregrinos
andaban desorientados, como si nadie les hubiese prevenido de esa adversa posibilidad. Tampoco
era una lluvia intensa, más bien un orballo manso, como son los orballos, lo que caía. La torre del reloj de la catedral aparecía difuminada y, como siempre
en tales casos, se veía señorial, lejana y próxima, como algo muy nuestro. Al
día siguiente ya no llovía.
Para
la gente de ciudad, esto de la lluvia suele presentarse como una contrariedad
incompatible con la idea de buen tiempo. Se puede decir que “hace buen tiempo,
pero frío” lo cual indica que la baja temperatura no es contraria a nuestra
idea de buen tiempo.
También que “hace bueno, pero con viento” y dejamos ver
que el viento no tiene nada que ver con nuestra idea acerca del mal tiempo. Nunca he oído decir que
“hace buen tiempo, pero llueve”, ni “hace bueno, no obstante nieva” o “está bueno,
aunque graniza”. Parece como si lo malo, en estos casos, es que nos caiga agua del modo que sea, líquida o
sólida. O que permanezca en el ambiente en forma gaseosa, como niebla. Por algo
decimos que nunca llueve a gusto de todos.
SIGUIENDO SU CAMINO |
Siempre
hubo períodos de intensas lluvias y otros de sequía, a las que se llegó a
calificar de pertinaces. Para ambos casos la solución venía del cielo. Y no
hablo de las nubes, que también, sino de la corte celestial y sus santos.
BUSCANDO COBIJO EN MI CASA |
AL DÍA SIGUIENTE, YA NO LLOVÍA |
Un buen amigo mío estudió los archivos parroquiales compostelanos desde el siglo XVII hasta hoy, y entre otras cosas, encontró encargos de novenarios de misas para que lloviese y también para que dejase de llover. Si se pedía que lloviese sería por estar sufriendo una intensa sequía. Y del mismo modo, sólo después de larga temporada de lluvias, se pediría un respiro con el mismo medio, el novenario.
Aunque
ahora sabemos que las lluvias las traen los frentes asociados a borrascas, como
dicen las teles, podemos pensar que los santos tendrán capacidad de decisión en
la formación de tales frentes o asociaciones por aquellas alturas.
No
obstante, me falta un refrán relativo a lluvias y sequías. Si se nos recuerda, animándonos, que nunca llovió que
no escampase, podríamos tener alguno, incluso con un tanto de sorna, que nos viniese
a decir que todas las sequías terminan mojadas.
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