Las ideas son recurrentes,
algunas de ellas nunca dejan de andar por medio, como un ruido de fondo. Raro
es el momento en que, con ocasión de hablar de seres vivos en algún encuentro cultural, no me pregunta alguien
acerca de la posibilidad de existencia de tales seres en otros lugares del universo. La
pregunta no es de índole científica, pues se ajusta más a los sentimientos que a
las razones científicas. Hoy por hoy, no podemos buscarle respuesta desde la ciencia, pues no disponemos de medios para hacerlo.
Hablo de ciencia basada en
métodos experimentales, claro. Otra cosa es hablar de que se han mandado sondas
al espacio y no se han obtenido respuestas. O sí, pero son alto secreto. También, de vez en cuando nos hablan de ovnis por los cielos, incluso incluyendo fotos. No sé qué decir, pero soy escéptico ante eso. Siempre que veo la figura de un supuesto
ser vivo habitante en algún lugar del espacio, fuera de nuestro planeta, lo encuentro con una morfología similar a la nuestra: cuerpo dividido en cabeza, tronco y
extremidades, siendo la cabeza el lugar en que aparecen los órganos externos de
los sentidos. En verdad, lo considero un producto de ciencia ficción para película candidata a
taquillera, incluso a Oscar.
Tal vez, para muchos sea difícil imaginar el
larguísimo camino evolutivo que conduce a una situación morfológica y estructural como la
nuestra actual, partiendo de prototipos primitivos que también fueron los iniciales
para otros grupos animales, como pueden ser babosas o arañas, por citar algunos
que se me ocurren.
La historia de los seres vivos, en su conjunto, ha sido un camino tan enrevesado, con múltiples mutaciones aleatorias, ocurridas en una secuencia concreta, seleccionadas en su mayor parte por ambientes cambiantes, ocurridos en un orden también concreto, que sinceramente considero irrepetible. Es posible que secuencias diferentes de mutaciones o ambientes, hubiesen conducido a resultados también diferentes. Creo que tales secuencias, por complejas, son irrepetibles.
La historia de los seres vivos, en su conjunto, ha sido un camino tan enrevesado, con múltiples mutaciones aleatorias, ocurridas en una secuencia concreta, seleccionadas en su mayor parte por ambientes cambiantes, ocurridos en un orden también concreto, que sinceramente considero irrepetible. Es posible que secuencias diferentes de mutaciones o ambientes, hubiesen conducido a resultados también diferentes. Creo que tales secuencias, por complejas, son irrepetibles.
Por eso no creo que, en caso de
haber seres vivos en otros planetas, sean similares a nosotros. Cuando digo “a
nosotros” quiero decir eso, similares a los humanos. A los creadores de historias de ficción no les preocupa cómo serían las ratas, por ejemplo, de esos otros
mundos. Solo se preocupan de humanos, pues a nosotros, también humanos, es a quienes van dirigidas sus historias.
Nunca he rechazado la idea de que existan otros seres vivos en otros lugares del universo. Pero, vamos a ver, ¿a qué llamamos “ser vivo”? Porque conviene aclarar eso para no meternos en situaciones equívocas. Un ser vivo posee unas características concretas que lo diferencian de un ser inanimado, por ejemplo, una roca. ¿Qué características son esas? Un ser vivo está sujeto a unos procesos que comentaré con detalle en próximas entradas: nace, crece, se reproduce y muere. Pero qué tiene, ¿qué hace un ser vivo para poseer esa peculiaridad, que puede compartir con otros seres, también vivos?
Nunca he rechazado la idea de que existan otros seres vivos en otros lugares del universo. Pero, vamos a ver, ¿a qué llamamos “ser vivo”? Porque conviene aclarar eso para no meternos en situaciones equívocas. Un ser vivo posee unas características concretas que lo diferencian de un ser inanimado, por ejemplo, una roca. ¿Qué características son esas? Un ser vivo está sujeto a unos procesos que comentaré con detalle en próximas entradas: nace, crece, se reproduce y muere. Pero qué tiene, ¿qué hace un ser vivo para poseer esa peculiaridad, que puede compartir con otros seres, también vivos?
Ha de tener información propia
acerca de su estructura y funcionalidad. Y esa información debe de estar
cifrada de algún modo en moléculas que se transmiten a lo largo de las
generaciones, después de una minuciosa replicación. En los seres vivos de este
planeta, la molécula de la que hablo es el ADN, (en algunos virus es ARN), y
aunque su modo de replicación es muy estricto, existe la posibilidad de que
ocurran pequeños errores hereditarios, que conocemos con el nombre de
mutaciones.
Los seres vivos han de ser
capaces de reproducirse, es decir originar seres iguales a ellos. Lo han de
hacer sin necesidad de ayudas externas, como algo propio que realizan de por
sí. Esta función garantiza la permanencia del grupo. En caso de no poderse
realizar, se produce una extinción.
Pero, además, cada grupo de seres
vivos posee una historia evolutiva concreta que les hace singulares en su
propia historia. Las actividades biológicas son complejas y muchas veces vienen
orientadas por un indeterminismo total. Las mutaciones, base de la variabilidad,
son indeterminadas, lo mismo que los cambios ambientales, en los que se basa gran
parte de la selección natural.
Toda esa serie de sucesos
mutacionales y ambientales, ocurridos a lo largo del tiempo, hace que en, en este aspecto, esta rama de la Biología (la Biología Evolutiva), pueda ser
considerada como una ciencia histórica, con los mismos métodos investigadores
que la Historia
y los mismos mecanismos de comprobación de hipótesis.
Pero no nos sustraemos a lo que
nos indica nuestro subconsciente. Nos creemos el centro del mundo y pensamos en que un “ser vivo de otro mundo” es
similar a un humano, nunca a un musgo, por ejemplo. Y si los extraterrestres
hablan, lo hacen en nuestra lengua madre, con nuestra gramática y nuestro vocabulario,
nunca se nos ocurre que puedan hacerlo de otro modo, a pesar de que conocemos la
existencia de muchas formas, todas válidas para sus usuarios.
A veces he pensado que al hablar de extraterrestres, fijamos en tiempos actuales las pautas de invasiones históricas, y pensamos que si nos llegan a invadir, lo harán con los criterios que se utilizaron en invasiones pasadas que hemos estudiado. Por eso, según ese imaginario, serán crueles, querrán arrebatarnos nuestras riquezas, se llevarán a la gente joven esclavizada. En suma, aprovecharán todo lo bueno que tengamos y nos dejarán sumidos en la miseria. Tal vez estamos dando un reflejo de lo que consideramos que fueron las anteriores invasiones. Las que, en suma, han dejado el mundo tal como es en la actualidad, del que somos beneficiarios.
Las demás suposiciones que tengo sobre este tema, pasan al campo de mis sueños.
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