En Lugo tengo múltiples recuerdos asociados a muchos lugares. Uno de ellos, la Catedral y en ella, su Puerta Norte. En ella vemos una muestra de lo bueno y lo malo de nuestras obras, del cariño y del menosprecio.
En su quinto cumpleaños, el paseante Silencioso trae de nuevo esta entrada no sin pena.
Lo mejor y lo peor
A veces, en obras de arte nos encontramos lo mejor y lo peor de que somos capaces los humanos. Y voy a explicarme tomando como ejemplo una que me es muy querida, la puerta del Pórtico Norte de la Catedral de Lugo.
En su quinto cumpleaños, el paseante Silencioso trae de nuevo esta entrada no sin pena.
Lo mejor y lo peor
A veces, en obras de arte nos encontramos lo mejor y lo peor de que somos capaces los humanos. Y voy a explicarme tomando como ejemplo una que me es muy querida, la puerta del Pórtico Norte de la Catedral de Lugo.
Muchos opinan que se construyó en tiempos en que el arte gótico servía como vehículo de todo tipo de expresión artística, como atestigua la bóveda que cubre el pórtico. También hay quienes creen que este lugar se enriqueció con piezas procedentes de otras partes que fueron quedando desubicadas por diversas causas.
Voy a ir por partes. Sobre la puerta hay un Pantocrator de elegantes hechuras góticas, amplios ropajes y muy hermoso. Incrustado en un óvalo, es fácil ver que la parte superior se cortó para encajarla en este sitio. Tal vez procediese de alguna fachada anterior, vaya uno a saber cuál. El Cristo está serio, ricamente vestido, coronado de rey y dispuesto a juzgar. Pero aún falta algo de tiempo para hacerlo, pues en su mano tiene un libro cerrado con siete sellos (es fácil verlos y contarlos). Ningún sello se ha abierto todavía y, según el Apocalipsis, entre la apertura de uno y otro transcurrieron amplios períodos de tiempo, y son siete los que se han de abrir. El Juicio empezará tras abrir todos (“cuando el cordero abrió el séptimo sello, se hizo un gran silencio…”). A este Pantocrátor, el que comento, le falta la mano derecha. Por más que he mirado, nunca he visto algo similar a una huella en la piedra que me haga pensar que hubo mano y desapareció. Como en otras esculturas, la piedra utilizada no es de cantera local, induciendo a pensar que se trajo de fuera. Tal vez el mismo escultor la escogió lejos y la trajo. No le esculpió la mano, dejándola para más tarde, pero no tuvo ocasión de hacerla. Ni encaje le hizo para que no pareciese rota, ya se lo haría.
Bajo esta maravilla, una de las piezas más valiosas de la Catedral lucense, hay un capitel que cuelga. Se llama pingante, de pingar. En un hermoso ejemplar, también realizado con piedra de fuera, en el que se representa de modo muy somero la Santa Cena, referencia al tema eucarístico del interior de la Catedral. Entre abreviaturas, se dice que el discípulo amado reclinó su cabeza sobre el pecho del Señor durante esa cena y que, haciendo esto, vio maravillas celestiales.
Azucenas en los herrajes superiores |
Las hojas de la puerta las he comentado en otra entrada de este blog. Los herrajes que comentaba en esa entrada, proceden del Siglo XIII y parece que influyeron en otros de templos próximos, como los de Vilar de Donas o de Cruz de Incio. No obstante, quiero comentar que en el tramo horizontal superior, pueden apreciarse azucenas de tamaño natural. Tal vez no se pusieron en los tramos inferiores o tal vez fueron robadas, no me atrevo a inclinarme por una o por otra posibilidad.
Escudete de la cerradura |
Está bien añadir, para aumentar este cúmulo de bellezas. que el escudete de la cerradura es también bonito y su figura ha sido utilizada como logotipo de algunas convocatorias de actividades que tuvieron a la Catedral como sede.
Curiosamente, la gente pasa por esta puerta como con prisa, teniendo como meta el exterior o el interior del templo, pero no disponiendo del tiempo necesario para detenerse y gozar contemplando tanta belleza junta. Belleza que, todo hay que decirlo, debemos agradecer a anónimos precursores que tuvieron el cuidado de rescatarlas de algunos sitios de derribo y ponerlas allí, para posterior contemplación y disfrute. El nuestro, por ejemplo.
Herrajes a ras de suelo |
No obstante, siempre hay un pero, los herrajes más próximos al suelo, están sufriendo una intensa y cruel destrucción debido a los orines de muchos lucenses que no tienen inconveniente en utilizar esta puerta, cuando está cerrada, como urinario público nocturno. La intensidad del deterioro nos indica que la costumbre, la mala costumbre, viene de lejos y, por lo que yo sé, tal vez es algo desconocido por la mayoría de lucenses y, por desconocido, algo que no preocupa a nadie.
Hablaba al principio de esta entrada y de que en ella es posible encontrar lo mejor y lo peor. Lo mejor es toda la maravilla procedente de otros tiempos. Lo peor, tal vez no sea el que la gente orine allí. Lo peor es que en los tiempos actuales tal agresión al patrimonio, no preocupe a sus custodios.
Custodios de toda índole, religiosos, políticos, culturales…
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