El
éxito de una población, lo he dicho muchas veces, consiste en crecer y
reproducirse generando descendientes fértiles. De este modo, esa población
permanece en su hábitat a lo largo de las generaciones. Podemos asegurar que ha
superado todas las adversidades de la selección natural que se le han
presentado, y sigue generando hijos fértiles. En este sentido, considero que
esta población tiene éxito biológico.
Otra
cosa, bien distinta, ocurre cuando una población es incapaz de generar hijos
fértiles. Por múltiples motivos se ha visto llevada a esta situación en la que
la reproducción no es factible y, por tanto, cuando muera el último componente vivo de la población actual, diremos que se ha extinguido. A esta falta de capacidad de
responder con estrategias biológicas propias es a lo que considero un fracaso
biológico.
¿Por
qué hay extinciones? Son múltiples las causas que conducen a ellas, pero yo las
reuniría en dos grandes grupos: Causas extrínsecas y causas intrínsecas. Es
decir, causas propiciadas por la situación ambiental de la población que se
extingue, y causas que tienen su origen dentro de la misma población, en su constitución genética.
Si
pensamos en las causas extrínsecas, podemos imaginar todas las agresiones capaces
de diezmar o aniquilar una población. Muchos de ellas son ecológicas,
ambientales. Pero también, con un concepto más amplio de ambiente, es posible pensar que muchos ataques proceden de otros seres vivos. Predadores,
desaparición de especies que sirven de alimentos y factores similares. En estos casos, los
fenómenos más duros son los que aparecen de manera instantánea sin permitir que
las especies se adecuen a ellos. No es lo mismo un incremento de
temperatura ambiental de 3º en uno o en 10 años, debiendo tenerse en cuenta, también, la
duración del ciclo biológico de la especie de la que hablamos.
Me apena decir que el hombre es un gran generador de extinciones en todos los aspectos, desde destructor de hábitats a cazador de especies por fines lucrativos o de diversión.
Las
causas intrínsecas son más delicadas. Parece como si una población se viese
abocada a la extinción en un momento concreto. En otras entradas he comentado
que decimos de una población que está preadaptada cuando posee suficiente
variabilidad génica como para originar genotipos que afronten cualquier posible cambio ambiental que se pueda presentar.
Esa variabilidad requiere poblaciones de amplios tamaños. No podemos esperar
que poblaciones raquíticas en número estén preadaptadas ante cambios inciertos que puedan ocurrir. Uno de los principales factores intrínsecos que determinan extinciones son los tamaños exiguos de población, precisamente por la pérdida
de variabilidad génica que acarrea. Por si fuera poco, con los pequeños tamaños de población, aumenta la consanguinidad entre sus miembros, pudiendo tener funestas consecuencias.
Una extinción se puede producir por la acumulación de muy diversas causas. Así, comenzar por una actuación de causas extrínsecas, que diezmen el tamaño de una población y, cuando éste ya sea exiguo, las causas decisivas serán intrínsecas.
No
tenemos cultura de convivencia con fauna salvaje. En Polonia han repoblado sus
paisajes con cientos de miles de bisontes, comprados, que ya están aclimatados,
ya se reproducen y ya constituyen una fuente mas de ingreso por turismo
ecológico. Todo esto me produce un profundo dolor, pues no veo el modo de que en nuestro país se arreglen esos desbarajustes. Diferentes ministros de Medio Ambiente se han mostrado partidarios
de limitar las poblaciones de lobos, no de buscar soluciones adecuadas. Para
muchos, la única solución es matar. Luego, saltan las alarmas por exceso de hervíboros, como ocurre ahora con poblaciones de jabalíes.
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Temo que en España no somos ejemplo de país conservador de especies, y no
precisamente por la declaración reciente de la Diputación de Salamanca, que ha
determinado que su provincia sea Provincia libre de lobos. Aquí matamos cuando queremos, de modo legal o
furtivo, como le ocurrió al macho protegido que se encontró herido, se curó, se soltó con
alegría y a los pocos días, un cazador le pegó dos tiros tan contento de su
hazaña.Y siempre vienen lamentos posteriores por desastres medio ambientales de todo tipo.
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