Hay quienes no
quieren asumir sus responsabilidades y se justifican diciendo que
tienen unos genes que les llevan, que les impulsa ,a actuar de determinada
manera. Que es así, que no hay vuelta de hoja.
Quiero hablar de una planta. Una planta que tenemos en casa
y, la verdad, no iba muy bien. La compramos hermosa, con ese aspecto que se
define como que “da gusto verla”. Pero nada más llegar a casa, comenzó a
estropearse. Se le cayeron hojas, estaba como arrugada e intentamos regarla
más. Como no respondía al incremento de riego, decidimos escatimarle el agua,
pero tampoco respondió a ese nuevo estado de su minúsculo suelo. Ya que, por lo
visto, no era cuestión del agua, la cambiamos de sitio y la pusimos junto a
una ventana. Fue entonces cuando la planta recuperó su inicial aspecto, hermoso.
El que nos había gustado en ella.
¿Qué ocurrió? Pues realmente, poca cosa. En la tienda, la planta
estaba en un ambiente apropiado para que su genotipo desarrollase un fenotipo agraciado.
Al traerla a casa, le modificamos su ambiente y aunque la planta no murió, dio
muestras de no estar en lugar adecuado. Al final, necesitaba más luz para
desarrollarse con plenitud. Es decir, fuimos poniendo un individuo concreto en
ambientes diferentes por ver en cuál de ellos generaba un fenotipo adecuado.
Podemos preguntarnos si los genotipos actúan siempre de este modo,
y la respuesta es afirmativa. No hay duda de que muchos genes actúan de modo
independiente a las condiciones ambientales, pero muchos otros generan un
aspecto exterior, que conocemos como fenotipo, muy influenciado por las
condiciones ambientales. Mientras escribo esto, recuerdo que al pie de muchas
plantas ornamentales se suelen poner objetos viejos de hierro, para que las
flores sean rojas. En animales, la dieta influye en su peso y no digamos del
modo en que inciden otras condiciones ambientales en todos los individuos,
animales o vegetales.
Para dilucidar la influencia del ambiente en el aspecto de los
individuos, a principios del siglo XX se realizó un experimento que ya es
clásico. Se realizó en California y se tomaron esquejes de un solo arbusto, Potentilla. Puesto que procedían de una
sola planta, todos los esquejes poseían el mismo genotipo, constituyendo lo que llamamos clon. Se plantaron esquejes a nivel del mar, a 1500mts de altitud y a
3000mts. Se realizaron varias pruebas para posteriores análisis de resultados.
Se encontró que las plantas que crecían al nivel del mar
presentaban aspecto arbustivo con las ramas bien esparcidas. A 1500mts los
portes eran más achaparrados y a 3000mts, las plantas eran como rosetas pegadas
al suelo. Si se hacían cambios, que se hicieron, de esquejes entre las plantas
crecidas en una u otra altitud, los aspectos que desarrollaban las plantas que
crecían a partir de ellos eran del tipo que he comentado, siempre
correspondientes a la altitud en que se desarrollasen.
Repito que todos los individuos poseían el mismo genotipo. Las
diferencias observadas correspondían solamente a la interacción de ese genotipo
con el ambiente en que crecía la planta. A nivel del mar, el aire era templado
y suave, mientras que a 3000mts era muy frío y fuerte. El mismo genotipo se
adaptó a esas diferencias, generando plantas viables, pero de aspecto diferente.
El genotipo no determina una sola respuesta ante los diferentes
ambientes, más bien existe una norma de reacción de los genotipos ante ambientes diversos. Dentro de esos rangos ambientales, el ser vivo crece y se
reproduce, pero no tiene por qué presentar el mismo aspecto. Lo importante,
desde el punto de vista biológico, es que los individuos vivan y se reproduzcan
en esos diferentes ambientes, generando hijos fértiles y evitando, de este modo,
la extinción de la especie de la que forman parte.
Fuera de esos rangos ambientales, un genotipo puede ser incapaz de
interactuar con ellos, y se produce la muerte del individuo.
Nadie debe sorprenderse si digo que desconocemos los rangos de
viabilidad de la mayoría de genotipos. Es cosa de estudiarlos y conocerlos. Eso requiere tiempo, métodos específicos y financiación adecuada. Hay genes que influyen en rasgos conductuales nuestros, pero nunca actúan de modo inexorable. Siempre podemos modular su influencia, de modo que no seamos sus esclavos.
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