Las mutaciones son aleatorias, pero cualquiera de
ellas que aumente la adaptación de su portador al ambiente, será favorecida por
la selección. Así surgen las tendencias selectivas cuyos resultados, luego,
podemos ver en la naturaleza. A veces esta tendencia puede ser manifiesta en
vegetales, mientras que en otras ocasiones cuesta más interpretar la acción de
la selección natural en esos mismos seres.
ORTIGA. TODOS CONOCEMOS SUS EFECTOS |
Una de las mayores agresiones que sufren los
vegetales es por parte de unos predadores a los que, por serlo, llamamos
herbívoros. Desde invertebrados a mamíferos, en toda la escala animal
encontramos herbívoros capaces de destruir toda una población vegetal. Insisto
que, en esa situación casi límite, cualquier mutación que sirva a su poseedor
para defenderse de la predación, será favorecida por la selección natural. Y
puesto que es una mutación, y una de las características de las mutaciones es
la de ser hereditarias, podemos decir que en estos casos se están produciendo
procesos evolutivos. Qué duda cabe que situaciones extremas generan una presión
grande sobre adaptaciones, sobre tenerlas o carecer de ellas, y siempre con
consecuencias evolutivas. Pero que nadie piense que estos procesos ocurren de
la noche a la mañana, pueden durar millones de años.
Volvamos a hablar de predadores, de herbívoros, y de
los mecanismos que poseen los vegetales para evitar ser comidos por ellos. En
situaciones de ataques, los animales huyen; los vegetales, lo sabemos, no
pueden hacerlo. Pero una cosa que siempre me ha impresionado es que en el mundo
vegetal no se desarrollan venenos o substancias similares para destruir a
quienes intenten devorarlos. No se mata a nadie, pero sí se generan procesos
alérgicos o dañinos de modo que se desencadenen reflejos condicionados y el herbívoro
sepa que esa planta, en concreto, no se puede tocar sin arriesgarse a las
consecuencias.
Todos hemos sentido escozor en más de una ocasión al
rozar hojas de ortiga. Incluso existe el verbo “ortigar” para referirse al
resultado de este roce. Imaginemos lo que pueda sentir un ciervo, por ejemplo,
que introduzca una ortiga en su boca e intente arrancarla tirando de ella con
fuerza. La razón de este escozor radica en unas células urticantes (urticantes,
derivado de ortiga) llenas de un líquido capaz de generar reacción alérgica en
la piel y que se clava en ella como respuesta mecánica ante un simple roce de
la superficie foliar.
EL ACEBO Y SUS HOJAS NOS RESULTAN CONOCIDOS |
Todos los tipos de espinas presentes en vegetales
tienen esta misma finalidad, la de defenderse de herbívoros. ¿Aparecieron para
defenderse o se defienden gracias a tener espinas? La respuesta nos lleva a
comentarios muy enjundiosos, pues muchos creerán que aparecieron para
defenderse. Es decir, que ante una necesidad aparecieron los órganos capaces de
superarla. Hay bases suficientes para creer que todo proceso evolutivo se ha
realizado a partir de estructuras preexistentes a los que se les dio una
función nueva. Tal vez, en un principio, esa estructura no tuvo mayor utilidad,
pero una mutación que la modificase pudo haberle conferido cierta capacidad
para algo útil. En este caso, cualquier mutación nueva que mejorase el
rendimiento de este órgano con función nueva, pudo haber sido favorecido por la
selección, de modo que se fue configurando mas y mas a lo largo de muchas
generaciones, siempre que las necesidades ambientales permaneciesen
invariables.
TOJO - UN EJEMPLO DE PLANTA CON PINCHOS |
Todas las plantas con pinchos han tenido, y tienen,
su capacidad de defenderse de los herbívoros y realizar, por tanto, una buena
función clorofílica. Hablo de rosáceas, con pinchos en tallos y hojas; de
acebo, con pinchos en el borde de las hojas inferiores de los arbustos; de los
tojos, con espinas por toda la planta; de los cactus y de otros ejemplos.
LOS CACTUS POSEEN UNA INTERESANTE HISTORIA EVOLUTIVA |
En cactus, de los que hablaré con detalle por
constituir un bonito ejemplo evolutivo, las espinas son hojas evolutivamente
transformadas. En este sentido, son homólogas de las hojas de cualquier otra
planta. Realizan la importante labor de defender a la planta. Incluso, en
algunas de estas espinas, existe una pequeña cápsula con líquido tóxico que,
una vez pinchado el individuo agresor, se inyecta en su piel generándole
escozor e inflamación.
Cuando en diferentes organismos aparecen estructuras
similares, con diferentes orígenes embrionarios, pero encaminadas a fines
similares, decimos que se produce evolución convergente y llamamos “análogos” a
los órganos que tienen esa finalidad y esos orígenes.
El ejemplo más elocuente de órganos análogos lo
constituyen las alas en animales voladores. Tienen alas las aves, los murciélagos y algunos órdenes
de insectos, como dípteros y lepidópteros. A nadie se le va a ocurrir que
tengan el mismo origen, pero todos vemos que sirven para lo mismo: buscar
alimento, realizar el cortejo sexual y desplazarse. En todos los casos
aparecieron de órganos preexistentes y confirieron mayor adaptación a sus
poseedores conforme fueron mejorando su capacidad de realizar su función. En estos casos, en los que órganos con diferentes orígenes llegan a desarrollar funciones similares, hablamos de evolución convergente, que origina órganos análogos.
BOUGANVILLEA. FLOR Y BRÁCTEAS |
Una analogía que no me resisto a callar la
constituye la bouganvillea. Tiene una flor poco vistosa, rodeada de brácteas
coloreadas que son las que le confieren prestancia. Las brácteas son los últimos
pares de hojas próximas a la flor y transformadas para adecuarse a ella. Lo que
llamamos·flor”, en la bouganvillea realmente son brácteas, pero hacen las
funciones de tal, engañando incluso a polinizadores. Un claro ejemplo de
analogía, pues pétalos y brácteas tienen diferente origen embrionario, pero
ejecutan una función similar, análoga en términos biológicos.
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