A veces, la adquisición de alguna
peculiaridad en seres vivos, permite a sus poseedores invadir hábitats nuevos para ellos. Tal
cosa ocurrió cuando algunos ancestrales animales marinos pudieron desarrollar
respiración aérea. Se cree que ese paso lo realizaron diversos grupos
zoológicos y en distintos momentos de la historia. Al pasar a tierra firme, muchos
encontraron un hábitat ocupado por vegetales, con ausencia de predadores y, por
tanto, una selección natural muy tenue, si acaso existía selección en aquel
momento. Esto propició que apareciesen unas altas tasas de reproducción,
incremento de tamaños de población y, en general, aparición de condiciones
apropiadas para la diversificación de seres vivos.
Evolutivamente, el resultado de esta
fase es lo que conocemos como “radiación adaptativa”, en la que a partir de
pocas formas iniciales, aparecen muchas formas descendientes, gracias a la
relajación de la actividad por parte de la selección natural, y a la
oportunidad de colonizar nuevos hábitats. Son fases en las que, en poco tiempo,
hablando en tiempos evolutivos, se genera una gran diversidad a partir de
pocas, o muy pocas, formas iniciales.
Extremidades superiores de hombre, ave y murciélago |
Si el hábitat recién colonizado
es diverso en ambientes, puede ocurrir que no todos los componentes del grupo
sean igualmente aptos para colonizar cada uno de ellos, pudiéndose acomodar los
diferentes individuos a aquellos sitios que mejor les convenga. Si ocurre de
este modo, comienza a actuar la selección natural, modelando a los nuevos
habitantes para que cada vez estén más y más adaptados a sus nuevos hábitats.
Esta selección se hace a partir de los órganos que en un inicio compartían
todos, y que poco a poco se irán adaptando a sus nuevas utilidades. No
obstante, siempre mantendrán una estructura peculiar que recordará a la
ancestral, de la que derivan. A estas estructuras nuevas, derivadas de las
ancestrales, es a las que conocemos como homologías.
La interpretación actual sobre su
origen se basa en suponer que los órganos que consideramos homólogos han
aparecido como consecuencia de un proceso evolutivo que, en general, se conoce
como “evolución divergente”, que no se refiere a grupos completos, sino a
órganos o funciones, que con el fin de adecuarse más y más a los nuevos
hábitats, se han ido diferenciando para mejor acomodarse a los tipos de vida requeridos en ellos. En estos casos, la evolución divergente
es un proceso muy frecuente y, como consecuencia, se favorece la aparición de
formas homólogas entre los grupos taxonómicos próximos que se han ido
diferenciando.
En síntesis, llamamos órganos homólogos
a aquellos que teniendo similar origen filogenético, desempañan una función diferente
en los individuos que los poseen. Tal vez esta definición pueda parecer
engorrosa, pero es posible que todo radique en eso del “origen filogenético” y
voy a intentar explicarlo.
Debemos saber que, entre otras
características, los vertebrados compartimos la de poseer dos pares de
extremidades, que por su posición con relación a la cabeza, llamamos anteriores
y posteriores, o también, debido a la postura vertical de muchos de sus
componentes, conocemos como extremidades superiores e inferiores. Siempre
nombrando a partir de la cabeza.
Si tenemos en cuenta esto,
veremos que nuestros brazos son nuestras extremidades superiores, lo mismo que
las alas lo son en las aves. También el primer par de patas de los cocodrilos
son para ellos su primer par de extremidades anteriores, así como en ranas o
sapos. Culebras, peces y otros vertebrados las tienen atrofiadas, pero todos
estos órganos que comento tienen el mismo significado estructural. Dentro de su
morfología, son el primer par de extremidades, sean anteriores o superiores,
propias de los vertebrados. No hay duda de que cada grupo de ellos utiliza estas
extremidades para mejor adecuarse a su modo de vida. Las aves suelen volar
gracias a ellas, los peces, nadar, nosotros y primates, para manipular y así
podríamos seguir indicando diferentes grupos de animales y sus, también peculiares,
usos que les damos cada uno.
ESQUELETOS DE EXTREMIDADES ANTERIORES DE MAMIFEROS. lOS COLORES INDICAN LOS HUESOS HOMÓLOGOS |
En cuanto a la morfología, a
nadie se le ocurre buscar parecido entre nuestros brazos y las alas de un ave o
el primer par de patas de una rana. Pero si diseccionamos esas extremidades y
observamos atentamente sus respectivos esqueletos, vemos que todos ellos están
estructurados de la misma manera. Un hueso largo, llamado húmero, que mediante
una articulación (que en nuestro caso llamamos codo), une y articula a dos
huesos, el cúbito y el radio y que, en nuestro caso, pueden girar uno sobre el otro
confiriéndole a la mano esa misma capacidad giratoria.
Desde el punto de vista
embrionario, así como del estructural, esos órganos son semejantes, aunque
debido a procesos evolutivos divergentes, hoy tengan morfología y uso
diferente. Por eso decimos de ellos que son homólogos.
Para muchos, radiación adaptativa y evolución divergente
(como origen de homologías) es la misma cosa, el mismo proceso con
diferentes nombres. Yo creo que uno es consecuencia del otro, pero es una opinión personal. La radiación
adaptativa se produce cuando un grupo biológico invade un nuevo hábitat y lo
coloniza sin efecto adverso sobre él por parte de la selección natural. El
tamaño de población se incrementa de modo notable y si el hábitat es homogéneo,
no hay mayores efectos derivados, si bien para que exista “radiación
adaptativa” es preciso que se produzca la aparición de numerosos grupos
taxonómicos derivados de los pocos iniciales. Si no aparecen grupos taxonómicos
nuevos, todo se resume en un gran incremento poblacional. La evolución
divergente se produce cuando el hábitat no es homogéneo, existe selección para
ocupar diferentes sectores de ese hábitat y esa misma selección va modificando
los órganos iniciales a los hábitats que se van colonizando, de modo que sean
más eficaces. Decimos de estos órganos que se adecuan a los diferentes
hábitats, que sufren evolución divergente.
Tenemos múltiples ejemplos de homologías en vegetales. Tantos, que mejor dedico a ellas la próxima entrada.
Tenemos múltiples ejemplos de homologías en vegetales. Tantos, que mejor dedico a ellas la próxima entrada.
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