En mi artículo anterior (Banquetes pétreos,
31/ agosto/ 2013),
comentaba que los monjes daban por cierto que los patos
tenían origen vegetal. Si bien tal creencia frailuna les permitía comer pato en
los días de abstinencia de carne, tampoco les atribuyo mala intención a los
aprovechados frailes. Les hubiese bastado estudiar el ciclo biológico del pato
para comprobar su error, pero este error les convenía.
SE PODRIA PENSAR EN UN ORIGEN VEGETAL |
También se creía en la generación espontánea
y, hasta hace dos siglos, eran normales las diferentes fórmulas par obtener
ratones, moscas u otros animales.
Según el saber de entonces, todos los seres
vivos estábamos compuestos por diferentes proporciones de los cuatro elementos
básicos: agua, aire, tierra y fuego. Después de la muerte, la descomposición
comenzaba con la pérdida del fuego (los cuerpos se enfrían), luego sucedían las
pérdidas del agua y del aire, permaneciendo sólo la tierra, el polvo final.
CORAZONES ABRASADOS DE AMOR |
Para la ciencia de entonces uno de los
grandes enigmas era determinar el lugar en que, en nuestros organismos, se
originaba y residía el fuego causante de nuestro calor interno. Se llegó a la
conclusión de que el origen debía estar en el corazón y la sangre sería la
encargada de distribuir su calor por todo el cuerpo. Esta idea aún permanece en
nuestra habla cotidiana: “me hierve la sangre”, “me arde el corazón” y otras
expresiones similares son utilizadas sin que por eso se tilde de ignorante a
quien tales cosas dice. También la imaginería religiosa muestra corazones
ardiendo.
Todo estaba explicado de modo muy simple,
pero coherente con los
conocimientos de la época. La ciencia intenta hacer eso,
explicar el entorno a partir de los conocimientos de que dispone.
PASTEUR |
Aristóteles fue el primero en decir que del
fango pueden surgir gusanos, de la carne putrefacta, moscas y ratones de queso
y carne curada. Durante siglos, nadie discutió ni puso en duda su afirmación.
REDI |
En los siglos XVII, XVIII y XIX, tres
experimentadores rigurosos y con ingenio, (Redi, Spallanzani y Pasteur)
demostraron sin género de dudas que no existe generación espontánea. Por tanto,
todo ser vivo nace de otro ser vivo, (omnis
vivo ex vivo), como indica el aforismo latino nacido a partir de aquellos
experimentos. Como corolario, tenemos que “La vida no se crea, simplemente se
transmite”. La vida se generó una sola vez y se transmite de una generación a
la siguiente a través de gametos vivos.
Hoy sabemos que cualquier ser vivo de la especie que sea, tendrá
descendencia similar a él que, por supuesto, será de su
misma especie. Pero estos logros científicos han sido consecuencia de muchos
siglos de estudio y, también de lucha por erradicar falsos conocimientos
sólidamente asentados en las mentes de los hombres de ciencia de entonces.
La biología de hoy tiene sus retos, después de haber resuelto los del pasado. Ya sabemos que no somos compuestos determinados por proporciones concretas de los (supuestos) cuatro elementos fundamentales, ni que tenemos un órgano productor de fuego en nuestro interior para calentar nuestro organismo, por más que sigamos hablando de nuestro "ardiente afán" o de que se nos "hiela la sangre". Tampoco creemos en las fases de la descomposición de los cuerpos, aunque ante una adversidad inesperada sigamos diciendo que nos dejó "hecho polvo". Los interrogantes actuales en biología son múltiples y están planteados, creo que de modo riguroso, en diferentes y diversos frentes del saber.
También sabemos que nunca un nenúfar originará un pato, por mucho que las apariencias, o el interés inmediato, nos induzcan a pensarlo.
Ya nadie cree eso, las preocupaciones van por otros derroteros.
La biología de hoy tiene sus retos, después de haber resuelto los del pasado. Ya sabemos que no somos compuestos determinados por proporciones concretas de los (supuestos) cuatro elementos fundamentales, ni que tenemos un órgano productor de fuego en nuestro interior para calentar nuestro organismo, por más que sigamos hablando de nuestro "ardiente afán" o de que se nos "hiela la sangre". Tampoco creemos en las fases de la descomposición de los cuerpos, aunque ante una adversidad inesperada sigamos diciendo que nos dejó "hecho polvo". Los interrogantes actuales en biología son múltiples y están planteados, creo que de modo riguroso, en diferentes y diversos frentes del saber.
También sabemos que nunca un nenúfar originará un pato, por mucho que las apariencias, o el interés inmediato, nos induzcan a pensarlo.
Ya nadie cree eso, las preocupaciones van por otros derroteros.
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