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BELLAS EN EL SIGLO XVII |
En
mi artículo anterior, decía que los rasgos que definen los conceptos de belleza
en humanos cambian según las culturas y sus épocas. En una misma zona
geográfica, según las modas culturales, el concepto de belleza varía de modo
drástico. Sin salir de nuestra Europa, comparemos las Tres Gracias pintadas por Rubens (pintadas en la primera mitad del siglo XVII), con
una actual modelo de pasarela.
Ante las Gracias de Rubens, un Paris de hoy no
tendría problema en dar media vuelta y marchar. Pero no digamos qué haría el
Paris del siglo XVII ante la modelo actual de pasarela. Tal vez el mismo
comportamiento ante diferentes prototipos de belleza. Fijémonos que en ambos
casos, se enaltece el modelo de belleza que domina cada momento cultural, que
es diferente.![]() |
BELLA DEL SIGLO XXI |
Mientras que los modelos humanos están sometidos a fluctuaciones de modas y mercados, los modelos morfológicos de animales o flores no están sometidos a ningún tipo
de selección cultural. Los perros pintados como bonitos por Velazquez, nos lo
siguen pareciendo hoy, así como seguimos encontrando hermosos los tulipanes que
Rembrand reprodujo como tales.
En
flores polinizadas por insectos, existe coadaptación flor–polinizador. Parece
que, cuando en invernadero, se puede experimentar con flores de diversos
colores, las abejas se van a aquellas que poseen la coloración silvestre, como
si tuviesen fijada en su conducta la atracción hacia las flores que manifiesten
ese color. Esta puede ser la causa de que las flores de cada especie
manifiesten poca, o ninguna, variabilidad cromática en la naturaleza. Curiosamente,
en general, a nosotros también nos gustan más las coloraciones silvestres
cuando hablamos de flores con diversidad cromática mantenidas en invernadero.
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HERMOSO PARA SUS HEMBRAS Y PARA NOSOTROS |
En
aves existen comportamientos bien conocidos relativos a la elección de pareja
por parte de las hembras. En general, los machos exhiben plumajes especiales
con coloraciones también especiales en la época en que se establecen las
parejas. Pasean ante las hembras, presumiendo ante ellas (pavoneándose,
decimos) con la pretensión de resultar escogidos para realizar el apareamiento
sexual. Los machos considerados como más hermosos por las hembras serán los
favorecidos. Si los caracteres que configuran esa belleza son hereditarios,
decimos que actúa la selección natural. Pero lo que quiero decir ahora es que
las morfologías y las coloraciones que determinan la elección por parte de las
hembras, también nos gustan a nosotros.
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LE GUSTA ESTA FLOR Y ESTE COLOR |
Darwin,
que ya había observado, y estudiado, este comportamiento, llegó a postular la
idea de un concepto universal de belleza. Lo hizo en ese trascendental, y
hermoso, libro “El origen de las especies mediante la selección natural”, del
que todos (o muchos) hablan, aunque por lo que dicen de él, creo que pocos han
leído. Al menos, hasta su final.
Ya
digo, Darwin lo plantea como una hipótesis que, hoy por hoy, no es científica
por no haber modo de comprobarla. Sigue siendo una hipótesis.
Además,
aunque en animales los supuestos conceptos de belleza no cambian, en nosotros
sí lo hacen por tener un fuerte componente cultural. En ese plan, es difícil
encontrar en nosotros relación entre belleza y comportamiento.
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