LAS TRES IMÁGENES QUE COMENTO |
En el Museo Provincial de Lugo,
quiero decir y supongo que como tal se entiende el título. En su claustro,
hermoso, estilizado, apuntando en él el nacimiento del gótico, encuentro
múltiples motivos para echar mi pensamiento a volar, a divagar sobre las mil
cosas que son capaces de evocarme todo cuanto hay en él expuesto.
A veces son obras cargadas de
historia, de historia nuestra, como las lápidas, aras y estelas funerarias.
Otras veces los relojes de sol me hacen pensar en tiempos palaciegos de hidalgos
locales. También hay figuras, esculturas, en las que encuentro un entrañable
aire popular, ese adjetivo tan vidrioso cuando se aplica a este tipo de obras.
¿Qué qué entiendo yo por arte
popular? A diferencia de un arte que pudiéramos llamar ·académico”, al arte
popular lo podríamos considerar como el hecho para el pueblo o por el pueblo.
En ambos casos, pensamos en gente de gustos más sencillos, puede que con
criterios menos especializados ni impregnados de esas consideraciones que se
suelen tener en cuenta en el momento de enjuiciar una obra.
Tal vez, lejos de parámetros
clásicos, el arte popular busque simplemente transmitir una idea, una emoción,
un sentimiento. En este plan, se busca, pienso yo, un recuerdo o una evocación
sin mayor pretensión. Solo se quiere eso, inspirar, recordar.
ANGUSTIA |
El artista popular, cuando
hablamos de arte realizado para o por el pueblo, tiene claro lo que debe
representar. Creo que sabe captar los rasgos esenciales de esos hechos. Una vez
captados, los plasma con pocos trazos, pero con tal fidelidad que todos sabemos
interpretar lo que se ha querido representar. Normalmente se trata de figuras
simples, en actitudes concretas y fácilmente reconocibles por esas mismas
actitudes. El estilo, ya no sé qué decir de su estilo. Algún historiar ilustre
dijo que en Galicia vivimos un románico permanente y no voy a ser yo quien le
contradiga. Eso en cuanto al estilo en general, si bien hay detalles
impregnados del sentir gótico y del barroco.
Voy a imaginar un taller con un
maestro afamado en el trabajo clásico y con honorarios también clásicos. Es
posible que, sin tanto presupuesto, hubiese quienes querrían una talla de la
virgen o de un santo. Puestos a buscar quién se la pudiese esculpir, pensaron
en un muchacho joven, del taller del maestro, afamado por sus buenas maneras pero con mucho por madurar, y
le encargaran la obra a realizar en sus ratos libres. Que ¿por qué imagino
esto? Porque muchas veces los autores de piezas populares nos muestran, casi
sin pretenderlo, estar cerca de fuentes clásicas de inspiración. Por eso.
Porque a veces se me hace difícil imaginar cómo pudieron llegar detalles
concretos de corte académico a los autores populares. Esta puede ser una explicación. También
se puede tratar del artesano que formó parte de un taller, pero que tuvo que
regresar a su lugar de origen, donde se estableció sin mayores pretensiones.
Incluso ese aire de la inspiración, que sopla donde quiere, pudo posarse sobre
alguien a quien ahora calificamos de autodidacta. Y mil posibilidades
alternativas.
ROSTRO DE LA ANGUSTIA |
Con estas reflexiones, estoy en
el claustro de Museo, frente a tres imágenes de la Virgen con su niño. O con su
hijo adulto, pues una de ellas representa una Angustia, en granito policromado.
Realizada en el siglo XIX por canteiros de Román,(Vilalba), representa a una
mujer con manto y zapatos de color negro, que tiene en sus rodillas a su hijo
muerto, con melena y barba también negras. Es una figura esbelta, tal vez hecha
para estar situada en el reverso de un cruceiro. Su aspecto es triste, tal vez
porque así es la cara de la Virgen. Pero nadie dice que tenga que ser alegre la
imagen de una madre con su hijo muerto en su regazo. Ayudándose con la
policromía, el escultor nos ha dejado una imagen desgarradora de la Virgen.
Otro aspecto, también porque es
otro momento de la vida en este caso alegre, es el de una Virxe do Leite.
Vamos, una Virgen dando el pecho a su hijo. Esta imagen es una preciosidad. La
madre, modosa, tiene la cabeza inclinada porque el escultor intuía que tal
gesto representa humildad. Gruesa, con amplias caderas, como cualquier madre
que amamanta a su hijo, está apoyada en un
VIRXE DO LEITE |
Hay otra Virgen, que parece
sentada, pues así se explica la postura del niño. Encuentro rasgos góticos en
la composición y me explico. En la época del gótico, las Vírgenes se
representan manteniendo relaciones maternales con sus hijos. Para quien
contemple la
escultura queda claro que se trata de una maternidad. En este
caso, el niño, vestido con túnica de manga corta, mantiene cerrado el manto de
su madre. Una relación que también encontramos en la Virgen del Pilar. Me gusta
esta imagen del Museo Provincial de Lugo. Una Virgen majestuosa, serena, con la
mirada al frente y con un hijo al que sostiene de modo teatral (en la realidad,
ese niño se caería al suelo). Mantos con pliegues bien dibujados. Y un detalle,
para mí entrañable: el escultor dejó entrever los pies del niño, descalzos. Y
mas que los pies, lo que nos deja ver son diez deditos muy juntos, en fila, de
la misma longitud, que parecen las púas de un único peine.
VIRGEN CON NIÑO |
Pero estamos ante esculturas
populares, conviene que no lo olvidemos. Y los escultores tienen su ética y su
estética. ¿Qué es más importante para aplicarla a una obra? ¿La ética? ¿La
estética? Vaya uno a saber.
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