O VERAL. LUGO- 1965 |
Lo
sabemos, hoy comienza una estación que, por lo que veo, suscita muchos
comentarios. Es posible que este año yo esté especialmente sensible ante
cambios de este tipo, no lo sé, pero creo que nunca he visto tanto saludo a la
nueva estación. No ha llegado como la primavera del poeta (La primavera ha
venido/y no sé cómo ha sido), no. En esta ocasión el otoño ha entrado avisando,
poco a poco, pero dejando ver que ya estaba, digamos, tras la puerta. Las
lluvias, las nieblas, los aires y, al final, como coda de preludio, la gran
ciclogénesis, que antes se llamaba temporal, y que nos ha dicho sin derecho
a réplica que las cosas han cambiado.
Para
mí, biólogo, el otoño significa madurez. La naturaleza termina un ciclo y
elegantemente baja el telón. Los últimos frutos, los que maduraron al sol de
agosto, ya están disponibles, sabrosos y con ese toque familiar que dan sabor a
las largas tertulias de fin de semana sin prisas, aprovechando el sol. Porque
ahora lo aprovecharemos, no es como en verano, cuando era normal tenerlo, Me
gustan los frutos del otoño, las uvas, las granadas, las manzanas, las moras.
Todas generosas en sus dádivas. Nos darán vinos, sidras y postres con fiestas
cargadas de tradiciones, rituales, canciones y encuentros familiares.
CARRETERA LUGO-FRIOL 1965 |
Los
ciclos anuales comienzan con la vendimia y sus actividades derivadas. Las
familias y amigos se reúnen para recolectar la uva y preparar, según las
posibilidades de cada cual, sus vinos y derivados. El aguardiente, también
saldrá de estos días y las comidas al abrigo de un sol que ya no es lo que fue,
serán agradables. O comeremos a la lumbre de la lareira. Nos metemos en
actividades de siempre, la historia y la Biblia nos hablan de vendimias y ahora
nos toca a nosotros vivirla y protagonizarla.
Las
plantas anuales cierran ciclo con semillas dispuestas a ser diseminadas, y de
ese modo, contribuir al mantenimiento de la población y de la especie de la que
forman parte. Es hermoso pasear por el campo y poder observar todo esto. Y,
claro, si además uno es aficionado a las setas, en otoño vivirá de nuevo toda
esa aventura humana que se envuelve tras una recolección. Porque
ellos saben, los amantes de las setas, que todo el día, el paseo o la
excursión, están pautados por múltiples detalles que jalonan el paseo campestre.
Hay que determinar la seta, recogerla con cuidado, cocinarla y, al final, vivir
la gran merienda en compañía de todos quienes han participado en la aventura.
HOMBREIRO- LUGO- 1965 |
El
otoño, a través de sus ritos, favorece los encuentros de los amigos. Aquellos
que en verano se desparramaron por mil sitios diferentes, ahora vuelven a
reunirse alrededor del fuego acostumbrado para vivir de nuevo los ritos de
siempre, los que mantenemos nosotros mismos.
Notaremos que las
tardes se van acortando, y cuando las castañas estén listas, llegarán los
magostos, nuestras meriendas con el vino nuevo, castañas asadas y amigos
reencontrados. Estos conocidos que están cercanos, aunque lejos, de quienes se
tienen noticias a lo largo del año, pero con quienes es difícil encontrarse,
ahora estarán en el magosto y aprovecharemos para ponernos más al día. Volvernos a ver cara a
cara.
Me
gusta mucho comprobar que los jóvenes asisten a todas estas celebraciones como
algo suyo. La tradición está viva, tal vez más viva de lo que muchos puedan
creen.
En
los cielos también se nota el otoño. Dentro de poco, veremos las bandadas de
aves migratorias que marchan. El reclamo de un tiempo cálido las lleva a
emprender su viaje hacia tierras del sur. Pero hay, por la zona de Sarria,
poblaciones de cigüeñas que se han hecho estables allí durante todo el año.
Estas zancudas son así. Han llegado hace poco, siendo sin pretenderlo un
exponente del cambio climático, y ahora quedan volviendo a señalarnos con su
conducta que el clima cambia.
Pero
no son las aves migratorias los únicos animales que se ausentan. Los de
ciclo
anual, ya han puesto sus huevos y desaparecieron. En ese estado de huevo,
muchos insectos y otros invertebrados esperarán a que los calores de la
primavera próxima los estimule para comenzar a desarrollarse. Otros animales,
mamíferos inferiores, o no tan inferiores, se sumirán en ese sueño largo y
profundo que conocemos como letargo invernal.
POR VILAR DE DONAS - 1965 |
Y
los árboles. ¿Qué decir de los árboles? En los de hoja caduca, la clorofila,
que es de síntesis costosa, se retira a la raíz, dejando en las hojas otros
pigmentos, amarillos, rojizos o pardos, que antes estaban enmascarados por el
verdor de la clorofila. Los bosques se ponen espléndidos. Los colores son
espectaculares. Los chopos se vuelven amarillos; los castaños, marrón claro;
los carballos, adquieren tonos de bronces y los arces son capaces de mil
colores diferentes en un solo árbol. Los pinos mantienen su coloración verde,
como el resto de coníferas. Las mezclas de árboles se han pasado a mezclas de colores.
El
monte se vuelve un regalo para la vista, junto con un olor como de nuevo, el
suelo está mullido por las hojas que van cayendo y todo esto se ve realzado por
el sol que, no tan fuerte como en verano, ahora cae oblicuo describiendo mil
juegos de luces y sombras.
Es
tiempo de salir abrigados, de vivir con los amigos los múltiples reclamos que nos irán
convocando las fiestas rituales de este fin de ciclo. Ahora, estaremos con los amigos.
Cuando cerremos el ciclo, habremos llegado al entrañable tiempo de estar con la familia: será Navidad.
PAZO DE RIVADULLA - 1977 |
Muchos de los lugares fotografiados han sido destruidos, sacrificados al "progreso".
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