Quiero
comentar una cosa que casi constituye una falsedad si no se explica con detalle. Se nos ha insistido una y mil veces en que todos somos
iguales, lo cual, desde la óptica de la biología, no solo es falso sino que, de ser cierto, constituiría
una tremenda desgracia.
Vayamos
por partes. Los defensores de esa pretendida igualdad, tal vez no han visto que
la mitad de la Humanidad está constituida por hombres y la otra mitad, por
mujeres. Eso, para empezar. Luego vienen los diferentes grupos sanguíneos, las
alergias, las predisposiciones, las aptitudes, las habilidades, etc. En fin, ya
Aristóteles había dicho que cada ser humano es irrepetible y la biología de hoy
confirma tal enunciado.
Podemos
preguntarnos que de dónde viene tal error. La respuesta es clara. Procede de
los primeros parlamentos democráticos de los siglos XVIII en EE UU y Francia, y
de los del siglo XIX. En aquellos parlamentos constituyentes se incluyeron
científicos, normalmente químicos o físicos, que manejaban los planteamientos filosóficos
de Platón en el momento de enjuiciar el entorno. La filosofía platónica es
correcta para enjuiciar los seres químicos o los procesos físicos. Pero cuando
se aplica a la biología es un verdadero desastre.
De
allí salieron las primeras Constituciones. La de Estados Unidos es de 1787 y que
yo recuerde, uno de sus primeros artículos, dice que “Todos los hombre son
iguales”. Conviene leer de modo literal. No menciona a las mujeres y es que era
una constitución pensada por y para hombres. Ese fue uno de los hondos debates
de aquel siglo, el incluir a las mujeres en las Constituciones y definir sus
derechos en la sociedad.
El
siglo XIX asistió a un notable desarrollo de la biología y su consiguiente
prestigio. Médicos y biólogos aplicaron sus conocimientos al concepto de
diversidad humana y se supo que esa diversidad era una de las riquezas
biológicas de nuestra especie. No tenía sentido científico hablar de igualdad
humana en los términos en que se había hablado en Constituciones anteriores.
Fue preciso buscar nuevas fórmulas que, admitiendo la diversidad de los
individuos, definiese su igualdad. Creo que fue la Constitución belga la
primera que, en 1914, resolvió esta aparente contradicción diciendo que “todas
las personas nacen iguales ante la ley”. Desde entonces, es la fórmula que se
utiliza para enunciar esta aparente contradicción. Únicos desde un punto de
vista biológico. Iguales ante la ley.
+ + +
Por
otra parte, una cosa que me preocupa es que, hoy em día, existen diversos
condicionantes sociales que hacen que en Europa se inviertan las pirámides
poblacionales. En una población humana normal, hay muchos niños y el número de sus
componentes decrece según la edad, como vemos en la gráfica que pongo de la
población española de 1900. Muchos niños, pocos ancianos y un gran número de
individuos en edad reproductora. Ahora han
cambiado las circunstancias y vemos
que, pasado el año 2000, hay personas que superan los cien años, pero nacen
pocos niños. Éstos representan la generación siguiente, la que nos va a
substituir, que ya están ahí, pero en pequeño número relativo. En la Unión
Europea disminuyen los tamaños de las poblaciones, y no se atisban soluciones ni
a corto ni medio plazo.
POBLACION ESPAÑOLA 1900 |
En
este plan, desde un punto de vista, incluso, egoísta, pienso en todos esos
niños que están a las puertas de nuestra Europa pidiendo paso para entrar.
Cuánto me gustaría que se les abriese paso, un paso franco, generoso, pensando
que son más los beneficios que los problemas que traen con ellos.
POBLACION ESPAÑOLA 2007 |
Los
biólogos de poblaciones coincidimos en el efecto beneficioso de las
inmigraciones, tanto en los aspectos relativos a nuestra actual estructura como
población biológica en general, como a un posible incremento de la diversidad
genética de las futuras generaciones de europeos. Es posible que muchos de
nosotros no lo lleguemos a ver, pero la población europea saldrá beneficiada.
Mientras
se toman decisiones, en esta bendita España nuestra, hay pueblos que se han
quedado desiertos por falta de brazos. Lo sabemos todos. Ojalá los políticos,
tan hábiles en cosas dispares, arbitren modos para su integración en poco
tiempo.
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