miércoles, 13 de julio de 2016

Nombres en biología 1 Sauce llorón


Tal vez muchos crean que los nombres que les damos a los seres vivos son cosa de hoy, o algo puesto al tuntún. Indudablemente, hay denominaciones locales, como “zapatitos del Niño Jesús” o “Pendientes de la Reina”, sin mucha trascendencia geográfica. Pero incluso en esos casos los nombres tienen su razón de ser. En general, vienen de lejos y tienen una carga histórica y cultural que en algunos casos me resulta conocida. En próximas entradas intentaré explicar varios. Comienzo con el de un árbol conocido por todos.
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ELEGANTE, ¿VERDAD?
Para muchas personas, el nombre de este sauce hace referencia a sus ramas que, saliendo de lo alto de los troncos, caen hasta llegar incluso al mismo suelo. Esta creencia está muy extendida. Verdaderamente, el origen del calificativo “llorón” tiene su origen en su aspecto, pero su causa es muy diferente a la que comúnmente se cree. Para intentar conocerla, lo mejor será ir por partes. 

Este árbol tiene como nombre científico el de Salix babilonica, que le fue dado por Linneo en el siglo XVIII. Salix es el nombre del género y Linneo utilizó el nombre que ya los romanos habían dado a los sauces, tal como hizo en muchos otros casos. Lo de babilonica corresponde al nombre de la especie y, como en la mayoría de las ocasiones, el naturalista sueco reflejó en él alguna característica específica del ser en cuestión, como su uso cotidiano en antiguas culturas o, incluso, su origen geográfico. Lo que despierta curiosidad en este caso es tanto la causa de llamarle “babilonica” en la terminología científica como “llorón” en la vulgar.

Vayamos en primer lugar a considerar el calificativo de babilónica que se toma como nombre específico. El árbol procede de Asia, no estando muy claro que sea precisamente de Babilonia. Es una planta ornamental y, como tal, fue utilizada en primer lugar en Italia y después en toda Europa. Su introducción pudo haber tenido lugar o bien con ocasión del viaje de Marco Polo o bien de mano de los cruzados al volver de regreso a sus casas. Con independencia de cuál haya sido su vehículo de introducción, ya en frescos italianos del Renacimiento aparecen sauces llorones como árboles ornamentales en jardines palaciegos, nunca como árboles silvestres. Es muy posible que, al igual que más tarde ocurriría con la flora ornamental de los pazos gallegos, esta utilización en palacios italianos diera un tinte de distinción a estos árboles, detalle que propiciaría su posterior utilización en jardines públicos.

A VECES ENIGMÁTICO

Una vez considerado el nombre científico de la especie, babilónica, vamos a ver la posible explicación del calificativo popular que recibe, "llorón". También fue conocido como "sauce triste" pero este nombre nunca tuvo mucho arraigo (Parece que al principio, el mismo Linneo le llamó Salix tristis). 

Existe una leyenda explicativa del origen de este calificativo, "llorón", asignado a estos sauces, y para que la comprendamos conviene recordar algo de la llamada Historia Sagrada. En la Biblia, en el Libro de Daniel, se cuenta cómo Nabucodonosor, rey babilónico, invadió Israel, esclavizó a sus habitantes, y los llevó consigo a Babilonia, donde se les prohibió mostrar cualquier rastro de nostalgia de su patria. Se dice que durante este tiempo, al no poderse lamentar por su patria perdida, los judíos se escondían bajo las ramas de estos árboles para llorar, ocultos a su amparo. Desde fuera se oían quejidos y lamentos que parecían salir de los sauces, pereciendo que eran ellos los que lloraban y se lamentaban.

BUEN ESCONDITE PARA LLORAR 

Es éste, según la leyenda, el origen del calificativo de "llorón" y también el de "triste" que, de ser cierto, no tienen relación ninguna con el hecho de que le caigan las ramas. Mas bien este detalle fue el que amparó a quienes lloraban escondidos bajos ellos.













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