Estamos en campaña electoral, y me siento contagiado. Ya
sabemos que “una cosa es predicar, y otra dar trigo” y que “más vale un toma,
que dos te daré”. El Paseante silencioso trae aquí una cosa completamente falsa, de la que se confiesa autor. La ha utilizado a veces para indicar que, aunque las cosas puedan parecer
coherentemente estructuradas, conviene desconfiar si se nota en ellas cierto
tono de fragilidad conceptual.
Salvo la letra del fandango y la idea de mutación supresora y sus clases, todo lo demás es invención del Paseante silencioso. Y
puesto que avisa, espera que nadie se sienta ofendido.
CABALLO LASTIMERO
Existe una raza especial de
caballos árabes que tiene fama mundial. Hablo del caballo cartujano. Es una
línea derivada del caballo andaluz y su nombre proviene de una Cartuja situada
en Jerez de la Frontera, donde se sitúa su origen. La historia de esta raza es
una de
las más dilatadas del mundo. Se suele criar en libertad, generando una
vasta cultura. En este plan, no es rara la suelta de múltiples ejemplares en
las marismas del Guadalquivir, concretamente por zonas del Coto de Doñana. Es
fácil ver por aquellas zonas a estos caballos chapoteando en el agua, o
simplemente paciendo con el agua hasta sus rodillas.
CHAPOTEANDO EN EL COTO |
Cuando llega la época de celo,
que suele ocurrir por la primavera temprana, no es raro escuchar sus relinchos
por el Coto. De hecho, hay un fandango que nos dice que
Caballo que a los tres años,
Ve una yegua y no relincha.
Son relinchos alegres, largos,
sonoros y repetidos. El fandango en cuestión nos hace ver hasta qué punto se
han hecho conocidos, en el ambiente del Coto, los alegres relinchos de estos
caballos, cuando se trata de lucirse ante las hembras para que acudan a su
reclamo.
Pero… Siempre hay un pero, o
muchas veces lo hay. Existe una
mutación que modifica el sonido alegre del
relincho, transformándolo en algo triste, gutural, como un ronquido. A los
caballos que tienen esta característica los ganaderos los conocen como
“lastimeros”.
LAS CRINES AL VIENTO |
Aunque no son estériles, los
caballos lastimeros no se reproducen. Y no es por ningún defecto en su
anatomía, más bien porque con el sol calentando el ambiente, la luz que llena
todo alegrándolo, ¿qué yegua se va a dejar seducir por un caballo que, por más
que mueva las crines al viento, las llama con un sonido que evoca un quejido
lastimero? Ninguna, claro. Este es un ejemplo muy evidente de lo que es una
fuerte selección en contra de un carácter. Carácter que, no hace falta decirlo,
está transmitido por un gen recesivo. Gracias a esta recesividad se mantiene a
lo largo de las generaciones oculto en heterocigosis. El caballo lastimero,
necesariamente homocigoto recesivo, no tiene hijos, no transmitiendo por tanto
el gen de este carácter a la siguiente generación. Por eso digo que la
selección ejerce sobre él un efecto completamente negativo. El gen se mantiene
presente en la población a través de los heterocigotos, en los cuales parece
que la selección no detecta la presencia del alelo recesivo.
Hay una peculiaridad genética de
la que a veces nos olvidamos, y
es el hecho de la mutación supresora. Consiste
en que el efecto de una mutación puede quedar suprimido por el efecto de otra
cuando aparecen simultáneamente. Hay casos muy interesantes de este tipo de
mutación. Cada una de ellas, tanto la suprimida como la supresora, determinan
aspectos concretos, pero cuando están juntas, los efectos de ambas se
contrarrestan, produciendo un aspecto completamente normal.
YEGUA SORDA CON SUS HIJOS SORDOS- LASTIMEROS |
Existen diversos tipos de
mutación supresora, según el lugar en que se encuentren. Está la intragénica,
que es el tipo de supresión que ocurre cuando ambas mutaciones están situadas
en el mismo gen. La intergénica se produce cuando ambas mutaciones coexisten en
el mismo individuo, pero en diferentes genes. Y la interindividual, que
consiste en que dos mutaciones presentes en individuos diferentes, pueden
suprimirse entre ellas, originando individuos con comportamientos casi
normales.
En el caso de los caballos
lastimeros existe una mutación influida por el sexo, que fundamentalmente
aparece en hembras, y consiste en un tipo espacial de sordera. Determina la
aparición de hembras sordas.
Mediante cruzamientos dirigidos
se puede llegar a obtener caballos
sordos lastimeros. Hoy a nadie interesa esta
raza, estando en trance de desaparecer. Pero hubo un tiempo en el que fue muy
preciada. Se utilizaron como tiro de carrozas fúnebres. Si acaso había mucho
tumulto en el entierro, los caballos no se aletaran gracias a su sordera. Y si
acaso querían relinchar, lo hacían con su quejido lastimero, pareciendo que, de
ese modo, se sumaban al dolor del cortejo.
EL TIRO ERA SORDO-LASTIMERO |
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